No he comentado apenas nada sobre las explosiones demográficas de topillos campesinos Microtus arvalis de este último par de años y de las barbaridades que se han dicho y hecho al respecto; pero ahora que ya remite, y que autoridades y sindicatos, después de arrasar el campo con venenos y quemas, se atribuyen el mérito de un proceso natural (más o menos como si se atribuyesen el hacer que llueva...), creo que merece la pena que leáis atentamente este artículo del biólogo Alfonso Balmori. Parece largo, pero no tiene desperdicio.
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