Efectivamente, tal día como hoy se celebra la solemnidad de estos dos grandes apóstoles, el primer Papa y el primer gran Predicador, que extendió el Evangelio por buena parte del Imperio Romano.
El libro Los Defectos de los Santos (D. Jesús Urteaga. Ed. Rialp) trata de manera muy entretenida el hecho de que los santos, antes de hacerse santos, fueron personas normales y corrientes, cada uno con su pie izquierdo particular. Precisamente la santidad se forja cada día, luchando contra los fallos personales por amor a Dios y a los demás... Pero bueno, que me voy del tema. En dicho libro sale a menudo la figura de San Pedro, que se me hace especialmente querido porque los evangelistas no se cortaron un pelo a la hora de reflejar todos sus vaivenes: cómo pasa de confesar por primera vez a Cristo como Mesías para al rato reprocharle que pretenda actuar como tal... Cómo promete morir por él para, horas más tarde, negar conocerle ante unas criadas, temblando de miedo... Cómo, pese a ser él la Roca, se deja llevar por los respetos humanos delante de los elementos más radicales... Y otras tantas escenas que protagoniza a lo largo de todo el Nuevo Testamento. Pero siempre, después, vuelve el rostro arrepentido hacia el Señor, que lo acoge gustoso y le da nuevas fuerzas, haciendo que se mantenga firme en la hora final del martirio.
El libro Los Defectos de los Santos (D. Jesús Urteaga. Ed. Rialp) trata de manera muy entretenida el hecho de que los santos, antes de hacerse santos, fueron personas normales y corrientes, cada uno con su pie izquierdo particular. Precisamente la santidad se forja cada día, luchando contra los fallos personales por amor a Dios y a los demás... Pero bueno, que me voy del tema. En dicho libro sale a menudo la figura de San Pedro, que se me hace especialmente querido porque los evangelistas no se cortaron un pelo a la hora de reflejar todos sus vaivenes: cómo pasa de confesar por primera vez a Cristo como Mesías para al rato reprocharle que pretenda actuar como tal... Cómo promete morir por él para, horas más tarde, negar conocerle ante unas criadas, temblando de miedo... Cómo, pese a ser él la Roca, se deja llevar por los respetos humanos delante de los elementos más radicales... Y otras tantas escenas que protagoniza a lo largo de todo el Nuevo Testamento. Pero siempre, después, vuelve el rostro arrepentido hacia el Señor, que lo acoge gustoso y le da nuevas fuerzas, haciendo que se mantenga firme en la hora final del martirio.
Defectos no nos faltan, a ti y a mí; pero ¿ponemos los medios para corregirlos?
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