5/8/11

La vuelta curruquista a España

El muestreo, en general, se nos dio bien. Este año podría decirse que “nos hemos dejado de tonterías” y que hemos ido directamente al grano: si un sitio no funcionaba no nos quedábamos mareando la perdiz, y tirábamos al siguiente. Y entre que algunos lugares tuvimos que dejarlos por imposibles y en otros nos entretuvimos más de la cuenta, al final han sido diez las localidades muestreadas. Estas son:

Cuando salimos el lunes 18 Sofía y yo, Iván y JPT ya habían muestreado el valle del Jerte con bastante éxito; así que nos encontramos con ellos directamente en Badajoz ciudad. Allí, los sotos del Guadiana, aunque bonitos (y es una joya de espacio, tan lleno de vida), resultaron ser la primera localidad marrada; de modo que al día siguiente nos bajamos a Andalucía, a la Sierra Norte de Sevilla. El truco de muestrear currucas capirotadas consiste en localizar, en el lugar que toque, el fruto que estén comiendo en ese momento, para colocar allí las redes y forrarse si la cosa se da bien. Y una vez nos dimos cuenta allí, junto a Cazalla de la Sierra, de que eran los aladiernos el menú de moda, pues nos forramos. Confiados en el éxito, bajamos a los sotos del Guadalquivir, a Palma del Río, entre Sevilla y Córdoba; pero tras una jornada de extenuante calor solo conseguimos capturar al mismo bicho dos veces. Dedujimos pues que ya habíamos capturado toda la población de currucas de la zona, y nos largamos con viento fresco (lo de fresco es un decir; hacía mucho calor...).


Tras detenernos brevemente y rechazar sin miramientos Andújar y Sierra Mágina, acabamos recalando en Cazorla. Allí, y aunque costó algo al principio, sí acabamos teniendo éxito. Y además vimos cosas de las que ya os hablaré mañana. Cazorla fue nuestra última parada en tierras andaluzas, y de allí subimos a la zona de las lagunas de Ruidera, entre las provincias Ciudad Real y Albacete. Yo, que creo conocer las lagunas de la Mancha Húmeda razonablemente bien, esperaba encontrarme con algo similar: pero el agua clara, el entorno rocoso y las cascadas de las lagunas de Ruidera no tienen nada que ver con esas otras en las que tan a menudo pajareamos Javi y yo.



No vimos ninguna maravilla en la cueva de Montesinos, y realmente nos costó un poco rematar la localidad, pero terminamos saliendo de allí airosos... si no fuese porque uno de los dos coches de alquiler decidió que ya había tenido bastante; el domingo 24, víspera de festivo, como no podía ser de otra manera. Sofía y yo terminamos por subir a Madrid en taxi a recoger otro coche para encontrarnos de nuevo con Iván y JPT en Trillo, Guadalajara; a coger como en Cofrentes currucas nucleares.

Y de Trillo ya al Pirineo oscense; a El Pueyo de Jaca, junto a Panticosa: un lugar muy bonito donde se nos dio el muestreo francamente bien. Pero donde sin duda arrasamos fue después en San Adrián, a la vera del Ebro entre Navarra y La Rioja, donde completamos el cupo en una sola tarde y seguimos ruta ya hacia el Cantábrico, durmiendo de camino. En Limpias muestreamos también, junto al Asón, antes de que se abra en las marismas de Santoña; y de allí al Alto Campóo, donde un divertido (a toro pasado) incidente con un mastín me enseño que, con buena voluntad y bajo presión, se puede perfectamente sacar pájaros de la red desde la ventanilla del coche.
Rematamos el muestreo en Galicia, en San Cosme de Barreiros, junto a la ría de Foz. Hubiéramos querido muestrear también en los Ancares, pero las currucas gallegas resultaron ser muy medrosas y nos costó un mundo acabar, yéndonos al final de vuelta a Madrid cabreados con solo 19 bichos, como de Talavera en 2009... Pero poco afecta eso al total de muestras que me esperan ahora en Madrid, para ser analizadas deprisa y (esperemos) eficientemente antes de irme a Edimburgo. Habrá que cargar bien las pilas estas dos semanas...

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