Ya en casa, de vuelta de Cuatro Vientos, duchado y comido; parece mentira pensar que apenas hace unas horas mi cabeza era una de las que apenas se distinguen en esas imágenes tan impresionantes que ya circulan por la prensa... Ayer nos bajamos a media mañana al aeródromo, para esperar ya la vigilia de la noche. Durante todo el día hizo calor, muchísimo calor; y se evidenció el principal fallo de organización de estos últimos días: pocos lugares de reparto de agua y demasiado centralizados. Pero bueno, persiguiendo el chorro de agua de los camiones de bomberos aquí y allá se fue llevando más o menos bien. Y a medida que avanzaba la tarde y sobre nosotros pasaban primero perdices, luego alcaravanes y finalmente chotacabras (preguntándose todos supongo que dónde estaban sus rastrojos), las nubes fueron agigantándose para terminar descargando justo al empezar el acto... ya ves, toda la tarde pidiendo agua; pues toma :-) En cualquier caso fueron apenas diez minutos de tormenta fuerte, que con el calor que hacía casi fue de agradecer; y que se secó enseguida, de forma que pasar la noche allí no se hizo muy pesado. Lo peor de la tormenta, en cualquier caso, fue que acortó mucho la vigilia de ayer, de la que apenas sí se salvó la adoración de la Eucaristía. Esta mañana amaneció ya un día espléndido, y la Misa de clausura transcurrió en un ambiente muy tranquilo y sin mayores problemas...
Ahora viene lo difícil: seguir transformando cada día en una JMJ. Difícil, pero posible, con la ayuda de la Gracia. Muchas gracias a todos los lectores madrileños por soportarnos durante estos días :-)
Ahora viene lo difícil: seguir transformando cada día en una JMJ. Difícil, pero posible, con la ayuda de la Gracia. Muchas gracias a todos los lectores madrileños por soportarnos durante estos días :-)
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