Esta tarde, al filo de las 5, me encontré por fin por el resto de mi grupo. Y nada más llegar, llegaron las complicaciones: por problemas de organización, y aunque sí que contábamos con las mochilas y camisetas de las JMJ que tanto colorido dan estos días a las calles, carecíamos de lo más importante: las acreditaciones para entrar mañana a Cuatro Vientos, el abono transporte para tres días y los tickets de comida para el fin de semana. Y en apenas dos horas y media conseguimos llegar desde el quinto pino donde están alojados mis compañeros al centro, solucionar todos los líos que he mencionado y encontrar un sitio despejado junto a una pantalla gigante muy cerca de Cibeles, justo a tiempo para el inicio del Via Crucis. Suerte, le llamarían algunos...
El Via Crucis (literalmente, el camino de la cruz) es una devoción, en la que se meditan, a lo largo de catorce puntos (las estaciones), los sucesos de la pasión y muerte de Cristo. Entre Colón y Cibeles estaban colocados catorce de los pasos de las procesiones de Semana Santa más conocidas de España, cada uno referido a una estación; y de uno a otro iban portando una serie de peregrinos una cruz. Frente a cada estación, entonces, se leía el fragmento del Evangelio que hace referencia a la misma y una pequeña reflexión (aquí, los textos). Finalizado el recorrido, el Papa leyó un discurso final (aquí).
Hoy el centro estaba realmente vibrante, y volver en metro a casa ha sido una pequeña odisea. Buena parte del viaje me lo pasé junto a uno de los pocos suecos presentes en las JMJ, que resultó ser también estudiante de Lund, la ciudad donde estuve de estancia el año pasado y el anterior. Casualidad, le llamarían algunos... Y entre mañana y pasado ya la fiesta grande, en la explanada del aeródromo de Cuatro Vientos. Al volver os lo cuento...
El Via Crucis (literalmente, el camino de la cruz) es una devoción, en la que se meditan, a lo largo de catorce puntos (las estaciones), los sucesos de la pasión y muerte de Cristo. Entre Colón y Cibeles estaban colocados catorce de los pasos de las procesiones de Semana Santa más conocidas de España, cada uno referido a una estación; y de uno a otro iban portando una serie de peregrinos una cruz. Frente a cada estación, entonces, se leía el fragmento del Evangelio que hace referencia a la misma y una pequeña reflexión (aquí, los textos). Finalizado el recorrido, el Papa leyó un discurso final (aquí).
Hoy el centro estaba realmente vibrante, y volver en metro a casa ha sido una pequeña odisea. Buena parte del viaje me lo pasé junto a uno de los pocos suecos presentes en las JMJ, que resultó ser también estudiante de Lund, la ciudad donde estuve de estancia el año pasado y el anterior. Casualidad, le llamarían algunos... Y entre mañana y pasado ya la fiesta grande, en la explanada del aeródromo de Cuatro Vientos. Al volver os lo cuento...
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