No, no es Caponata enhollinada tras caer por una chimenea. Es un pollo de pardela cenicienta Calonectris diomedea (el que no lleva gafas; el otro es Manolo). Tras dos meses, tocaba anillar a los pollos que vi nacer en julio, amén de sacar sangre a unos pocos “afortunados”. Así, el viernes el equipo al completo se desplazó de nuevo a Es Pantaleu, no sólo porque el trabajo realmente es sucio y duro, y cuantas más manos mejor; si no porque siempre se agradece alargar el verano con un día más en la playa, que tocó después de anillados los pollos (en fin, después de anillados la mayoría; el martes toca volver para acabar el trabajo).
Poco a poco me voy integrando en el grupo; voy conociendo a la gente y descubriendo lo simpáticos que son todos, y ya se me va deshaciendo el nudo de los primeros días. Y mientras sigan llegando días de playa, en los que hasta el jefe se trae a sus dos enanos, bienvenidos sean estos meses en Mallorca :-)
...A pesar de los contratiempos, pues de Pantaleu salí con mis primeras cicatrices de guerra; un fuerte arañazo que me dio un pollo con pocas ganas de colaborar y mis dos primeras picaduras de medusa, esas medusas que hasta el viernes no eran para mí más que minutos de relleno del telediario de verano...
1 comentario:
Que envidia! Yo este verano anillé Hydrobates en Benidorm, ojalá el año que viene pueda anillar Calonectris en Baleares...
Una foto preciosa, no pensé que los pollos fuesen tan grandes!!
Saludos
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