El entorno de Orense ciudad, tan hundido en el valle del Miño, tiene un clima mediterráneo húmedo bastante distinto del de casi toda Galicia, que hace que la vegetación climácica sea la del alcornocal abierto, con un sotobosque denso de madroños y laureles. De esto bien poco queda ya, pero a tiro de piedra del centro, en el montecito de Santomé, puede hacerse uno idea de cómo sería antaño el ambiente de la zona.
No sólo en lo tocante a la vegetación, sino también en lo que se refiere a los asentamientos humanos: Santomé es uno de los castros más interesantes para los estudiosos. Destaca entre otras cosas por ser un lugar que refleja la transición entre dos culturas: los restos de la cumbre del monte, la "ciudad vieja", serían de origen celtíbero...
... mientras que algo más abajo surgen de entre la vegetación los restos de la aldea romana posterior.
Una serie de paneles explican los diferentes detalles en que fijarse: casas porticadas, hogares para cocinar, restos (foto) de canalizaciones... Todos esto me interesa lo justito para pasar una tarde (o una mañana), pero una tarde muy entretenida.
Al pie del monte, el río Loña salta de piedra en piedra camino del Miño, excavando a su paso una sucesión de marmitas de gigante.
A mayores de los restos arqueológicos, este monte tiene también su interés botánico, como dije al principio de la entrada: entre los numerosos alcornoques crecen no sólo carballos y melojos, sino también (fotos) encinas y quejigos: cinco especies de roble creciendo "rama con rama".
Y, redondeando el carácter mediterráneo de la zona, aparecen las lagartijas estrella de este blog: las colilargas. Entre las labores que me corresponden como recién estrenado técnico supongo que estará acompañar a Álex en los muestreos de lagartijas de su tesis... bienvenida sea esa "carga".
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