8/4/15

Barxacova

 Saliendo de Orense hacia el este por la carretera de Ponferrada, a la altura de Xunqueira de Espadañedo puede uno desviarse hacia el norte y empezar a subir por una carretera bastante empinada. Detrás queda una sucesión de colinas y valles sin cursos fluviales destacados, hasta el norte de Portugal.

 Delante en cambio aparecen los meandros del Sil, excavados con tesón milenario a través de las vetas rocosas ligeramente más blandas que las vecinas: el paisaje familiar de la Ribeira Sacra.

 Uno de los ríos que, desde el centro de la provincia, fluye hacia el Sil, es el Mao. Éste también se encajona mucho en su tercio final, formando un cañón cuyas paredes frondosas empezaban a teñirse de verde al sol de primeros de abril.

 Y a lo largo de un trecho de más o menos un kilómetro (un pedazo solamente de una ruta circular que asciende a un total de 16 Km), a los pies del pueblo de Barxacova una pasarela de madera permite recorrer este cañón.

 Al final de la misma puede bajar uno hasta el río, cuyas aguas mueren con calma en las del embalse de Os Peares, engordando así las del Sil y colaborando en último término a que sea el Miño el que se lleve la fama.

 Cierro la entrada en blanco y negro. El blanco la pone este jacinto silvestre Hyacinthoides non-scripta mutante, que crecía rodeado de sus parientes de un azulado ordinario...

... y el negro esta oruga de Euphydryas aurinia, a la que había llegado la hora de pupar, tras pasar el invierno junto con sus hermanas en una tienda de seda, como las procesionarias.

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