4/4/15

Londres a la carrera (De curso en Inglaterra, IV)

Finalizado el curso en Birmingham, teníamos tiempo de pasar aproximadamente un día en Londres, desde que volvimos allí el sábado por la mañana hasta que el domingo por la tarde debiéramos coger (o no, ya se vio...) el avión de vuelta a Madrid. Londres es una ciudad que tengo bastante interiorizada a base de meterme (mini)series británicas y novelas de Waugh entre pecho y espalda, y que tenía muchas ganas de conocer. Tantas, de hecho, que estuve incluso pensando en no visitarla, en no recorrerla deprisa y corriendo y mal la tarde del sábado y quedarme irremediablemente insatisfecho... Finalmente sí lo hice: tras dejar las cosas en el hotel y comer apenas algo, la recorrí deprisa y corriendo y mal... pero lo disfruté muchísimo. Vamos con un breve resumen visual:

 Tras salir del hotel bajé directamente en metro a Charing Cross y fuera, de cabeza a Trafalgar Square. ¿Queda muy paleto y muy de Madrileños por el Mundo apostillar "la 'Puerta del Sol' londinense"? Pues me da igual, dicho queda. Sin gente disfrazada de personajes infantiles en horas bajas, a Dios gracias. Rodeo a la plaza sacando muchas mas fotos que ésta, y abajo por Northumberland Avenue hasta el Golden Jubilee Bridge...

 ¡Tachán! Primer contacto con el Támesis. Y con mi querido Palacio de Westminster, allá al fondo. Y el London Eye, la noria que yo imaginaba más cerca de la City, pero que en absoluto desentona ahí donde está.

 Sin saber muy bien qué ruta iba a seguir el resto de la tarde, pues no había mirado nada de antemano, empecé a caminar río arriba por la margen izquierda con la intención de llegar hasta el Tower Bridge y dar vuelta. Me di cuenta a tiempo de que estaba demasiado lejos, así que en cuanto pude tener esta vista más o menos clara de la cúpula de San Pablo y de los edificios de la City, volví sobre mis pasos.

 ¡A Westminster de nuevo! Que realmente era lo que más ganas tenía de ver. Parece mentira que un puñado de series hayan conseguido hacer que me interese por los entresijos de la política británica más que por la de mi propio país...

 Y por detrás del Palacio, Parliament Square, con la preciosa Abadía.

 Inmediatamente, un pequeño descanso de tanto edificio: St. James's Park, donde paseando entre narcisos llega uno tan contento hasta el corazón del Imperio:

 Buckingham Palace. Otro sitio que tenía ganas de ver, porque una vez soñé que, desde una de las ventanas, asistía a una onírica ceremonia de coronación del príncipe de Gales; pero esa es otra historia que deberá ser contada en otra ocasión...

 Atravesando de nuevo St. James's Park, me entretuve viendo cómo esta ardilla gris enterraba una avellana. En cuanto se dio la vuelta, una corneja que estaba al acecho llegó y se la llevó... No creo que pase hambre la ardillita en cualquier caso, ni ella ni sus centenares de parientes, que con el descaro más absoluto hasta se subían por las piernas de la gente que les daba de comer en el parque.

 El parque destilaba tal devoción de los paseantes por la fauna local, a la que atiborraban de comida, que hasta los animales más desconfiados, como este joven de garza real al acecho de las carpas que subían a por el pan arrojado por la gente, se dejaban acercar muchísimo.

 Una pequeña digresión: Londres está lleno de aseos púbicos, pero cuesta localizarlos, porque de los carteles suele borrarse la letra "i", como se ve en el ejemplo. Alguien debería tomar cartas en el asunto...

 Tras un breve pero necesario trayecto en metro (metro de Londres vs. metro de Madrid: mayores frecuencias, pero terriblemente caro, avejentado y claustrofóbico; me quedo con el nuestro sin dudarlo), de nuevo a la superficie. El Támesis desde el London Bridge: Tower Bridge al fondo, y de frente The Shard, el edificio más alto de la ciudad.

 La Catedral de San Pablo, cuyo gran tamaño no se aprecia muy bien al faltarle una plaza que le dé realce, como a las basílicas romanas.

 Y ya de noche, desde el Tower Bridge, una vista de la Torre de Londres y los edificios de la City iluminados. Fin de la breve visita.

 Y cierro de nuevo con otra imagen de Parliament Square, donde terminan a la vez la trilogía de House of Cards y la historia del primer ministro de mandato más dilatado que ha visto el Reino Unido, Sir Francis Urquhart.

"¿Me preguntáis si pienso que el remake americano de House of Cards no le llega ni a la altura del betún a la original? You might very well think that, but I couldn't possibly comment..."

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