Empezando por el domingo, voy a contaros lo que ha dado de sí este último fin de semana de invierno ya decididamente primaveral; con mucho campo, mucho sol y muchos pájaros.
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Sofía volvió de su estancia en Edmonton con el recientemente adquirido gusto por la escalada en plena ebullición. Lleva desde entonces escalando un par de veces por semana en un rocódromo y saliendo muchas veces los fines de semana. Y ayer acepté al invitación para acompañar al grupo de escaladores a pasar el día en San Martín de Valdeiglesias.
En el entorno de la ermita de la Virgen de la Nueva, donde se celebra una populosa romería el Lunes de Pascua, hay multitud de afloramientos graníticos tomados por los escaladores y todo tipo de domingueros. Yo sin embargo no tenía el más mínimo interés en emular a las salamanquesas, y como el día invitaba a ello me fui a dar una vuelta con Vero y otra chica.
En el entorno de la ermita de la Virgen de la Nueva, donde se celebra una populosa romería el Lunes de Pascua, hay multitud de afloramientos graníticos tomados por los escaladores y todo tipo de domingueros. Yo sin embargo no tenía el más mínimo interés en emular a las salamanquesas, y como el día invitaba a ello me fui a dar una vuelta con Vero y otra chica.
Los montes que rodean el embalse de San Juan, que represa aquí al Alberche para regocijo de los madrileños que no se pueden escapar hasta la playa y han montado aquí su Little Torremolinos, están cubiertos en su mayor parte por pinos piñoneros sobre los que anida el águila imperial ibérica. Apenas se dejó ver ayer, pero sí lo hicieron roqueros solitarios y golondrinas dáuricas, herrerillos capuchinos y currucas carrasqueñas; todos celebrando las ganas que tenía el monte de despertar... No nos encontramos ninguna víbora esta vez; lástima.
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