Cada vez que oía al capellán de mi antiguo Colegio Mayor contar aquella historia, me entraba la risa floja y me entretenía picándole, negando rotundamente que semejante cosa pudiera ser cierta. Además, imaginarse a millones de chinos por los sembrados aplaudiendo sin parar tenía un cierto toque de Humor Amarillo que lo hacía aún más gracioso... pero claro, por aquel entonces yo no sabía que existía la Wikipedia. Don Javier, le debo una disculpa...
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