19/3/11

Pasión por las gaviotas

Especializarse en gaviotas no es la opción más mayoritaria del pajareo, pero sin duda es una de las que se vive más intensamente y favorece más la especialización. Estas aves, normalmente acostumbradas a la presencia humana, no suponen un gran problema a la hora de la observación en sí: el reto viene a la hora de diferenciar entre especies que se parecen mucho, en poder determinar en función de la muda la edad del animal, en entretenerse en los rasgos que distinguen subespecies o que pueden sugerir un origen híbrido del bicho, en la lectura de anillas de colores y en el premio de cantar, entre cientos de gaviotas normales, una rareza llegada de Dios sabe dónde. La costa lucense cuenta con un puñado de buenos sitios para el gavioteo, y es allí donde chapotea estos días la que, cuando previsiblemente se homologue, será la última especie añadida a la lista de las aves de España...
La costa de Lugo destaca sobre todo por sus buenos números de gaviotas nórdicas, entre ellas la gaviota groenlandesa Larus glaucoides (allí nos la tachamos Javi y yo en 2009). Esta especie, que cría en Groenlandia y en la costa ártica canadiense, presenta una variación gradual de color con la longitud geográfica: las aves de la gran isla danesa (las que suelen llegar a España) son muy pálidas y con el extremo alar blanco; pero a medida que nos desplazamos hasta el oeste la punta de las alas es cada vez más oscura, hasta que en la zona central canadiense ya se vuelve negra. Comparando las aves de ambos extremos, que aunque ligeramente se distinguen bien en este y otros rasgos, muchos científicos han optado por dividirlas en dos especies, nombrando a la más oriental gaviota esquimal Larus thayeri.
Y es una gaviota esquimal la que tiene estos días entretenidos a los gavioteros españoles. El ave, que según su plumaje ahora está a punto de cumplir cuatro años y muestra ya prácticamente la coloración de un adulto, ya había aparecido el año pasado (es habitual en las gaviotas raras que acudan año tras año a los mismos lugares), pero entonces su identificación estaba menos clara que en el presente. Lo curioso es que indagando indagando se ha descubierto que la gaviota ya llevaba pasando el invierno en Galicia desde su primer año de vida, cuando unos gavioteros extranjeros la habían identificado como un ejemplar “anormalmente pálido” de gaviota argéntea americana Larus smithsonianus. La historia al completo, con multitud de fotos de su protagonista, aquí.

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