En el día a día, mi principal y casi único contacto con el inglés hablado se da cuando tengo que hablar de algo con Jasper, el becario holandés. De modo que, para no perder el tono entre estancia y estancia, hay que dedicarse en cuerpo y alma a series y películas. Como últimamente apenas sigo algo más que el capítulo semanal de The Big Bang Theory, había que buscar algo nuevo; y doce millones de ingleses, mi crítico de cabecera y la Presidente no podían estar equivocados...
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Además, con la perspectiva de la estancia en Edimburgo a la vista, ya iba siendo hora de dejarse de americanadas y empezar a britanizarse. En terreno literario estoy a punto de acabar Oficiales y Caballeros, el segundo título de la trilogía de Waugh Espada de Honor; y Downton Abbey (que para los que prefiráis los anuncios interminables y las series dobladas se estrena esta noche en Antena 3) es el perfecto contrapunto visual y sonoro: fantásticos planos de Highclere Castle y la campiña inglesa, unos acentos deliciosamente complicados a lo largo de todos los escalafones sociales, y la sensación de estar contemplando un mundo (la alta sociedad del momento cumbre del Imperio Británico y la sucesión interminable de criados que, aunque aparentemente sometidos por la servidumbre, hacen y deshacen a su antojo) tan ajeno y extraño como el de una tribu ignota. Lo mejor, sin duda, el papelón de Maggie Smith como Condesa Viuda de Grantham, una vieja arpía deliciosamente divertida. Lo peor, que esta primera temporada solamente tenga siete capítulos, que se vuelan en nada. Una serie grande; recomendable, sin duda alguna...
2 comentarios:
me parece un poco de cotilleos en exceso para mi gusto. por no decir marujeo pero es algo diferente. me apunto la recomendación
Ya sabía yo que harías una entrada, jeje. Pero bien relacionada dad tu posible situación. Sí señor. :)
Si a la hora en la que me comentas esto estuvieras viéndola, comprobarías lo gratuito de tu comentario...
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