Vamos con una historia (culebrón, más bien) de la conservación, que está de actualidad estos días. La laguna de A Frouxeira (en Valdoviño, A Coruña) forma un ecosistema conocido como lagoon: lagunas litorales que se forman al cerrarse una barra arenosa que separa una zona húmeda más o menos salada del mar, y que en su breve (en términos históricos) vida desde que aparecen hasta que se colmatan son lugares que bullen de vida. Esta laguna, antaño (hasta mediados del S. XX) era poco profunda debido a que poseía una salida al mar, protegida de las olas por unos islotes rocosos; y su poca profundidad favorecía la proliferación de plantas acuáticas y de un montón de bicherío.
Pero llegaron el crecimiento económico y el desarrollo urbanístico, y a la laguna empezaron a comérsela a cachos y a construir paseos y chalets a su alrededor. Cerraron su desembocadura y abrieron otra nueva, desprotegida, que el mar cerraba con arena durante los temporales y que reventaba peligrosamente cuando la laguna crecía demasiado. Llegado el Prestige, la boca se protegió con más arena, para impedir la entrada de crudo, consolidándose la situación de apertura manual de la misma para evitar una “apertura explosiva” cada vez que llueve y crece la laguna.
¿Y entremedias? Pues entremedias la laguna, que bien lo vale, ha ido acumulando figuras de protección y justos méritos por su riqueza natural, ante el recelo atávico de los vecinos, siempre temerosos de que se preste más atención a los patos que a la gente.
¿Y qué ha pasado estos últimos años? Que, tras presiones tan bienintencionadas como erróneas por parte de algunas ONG’s, con revuelo de la prensa incluido, desde hace un par de años la laguna no se abre "por miedo a que se seque", cuando estar abierta ha sido siempre su estado natural. Al no abrirse, la laguna gana profundidad y pierde con ello las valiosas zonas someras donde se concentra la vida: pierde valor y se transforma en una especie de piscina olímpica. Y al llenarse demasiado, inunda las edificaciones alegales (siendo generosos) de las orillas: la gente se cabrea, la Xunta mira para otro lado y ¿la culpa de quién es? Pues de los patos, claro; de los patos y de los que los miramos. Cuando, en este caso, lo que querríamos es precisamente que estuviese abierta y bajase su nivel. Como si no hubiese suficiente con los conflictos reales, que encima tenemos que comernos otros inventados...
Pero llegaron el crecimiento económico y el desarrollo urbanístico, y a la laguna empezaron a comérsela a cachos y a construir paseos y chalets a su alrededor. Cerraron su desembocadura y abrieron otra nueva, desprotegida, que el mar cerraba con arena durante los temporales y que reventaba peligrosamente cuando la laguna crecía demasiado. Llegado el Prestige, la boca se protegió con más arena, para impedir la entrada de crudo, consolidándose la situación de apertura manual de la misma para evitar una “apertura explosiva” cada vez que llueve y crece la laguna.
¿Y entremedias? Pues entremedias la laguna, que bien lo vale, ha ido acumulando figuras de protección y justos méritos por su riqueza natural, ante el recelo atávico de los vecinos, siempre temerosos de que se preste más atención a los patos que a la gente.
¿Y qué ha pasado estos últimos años? Que, tras presiones tan bienintencionadas como erróneas por parte de algunas ONG’s, con revuelo de la prensa incluido, desde hace un par de años la laguna no se abre "por miedo a que se seque", cuando estar abierta ha sido siempre su estado natural. Al no abrirse, la laguna gana profundidad y pierde con ello las valiosas zonas someras donde se concentra la vida: pierde valor y se transforma en una especie de piscina olímpica. Y al llenarse demasiado, inunda las edificaciones alegales (siendo generosos) de las orillas: la gente se cabrea, la Xunta mira para otro lado y ¿la culpa de quién es? Pues de los patos, claro; de los patos y de los que los miramos. Cuando, en este caso, lo que querríamos es precisamente que estuviese abierta y bajase su nivel. Como si no hubiese suficiente con los conflictos reales, que encima tenemos que comernos otros inventados...
3 comentarios:
Cuando ví el otro día la noticia aún sin tner mucho conocimiento me crispé. Y es que me olía todo lo q has contado aquí.. Que por cierto, esperaba tu entrada y no me has fallado ;)
Yo también me mosqueé con el asunto al ver que había un paseo, unos chalés, y gente protestando por sus intereses, como siempre. Muy bien explicado, Antón.
Cuando estaba en la mili, en Ferrol, fui alguna vez a la playa de Valdoviño, donde había una gran niebla que no amilanaba a la gente para bañarse: de cuando en cuando aparecía por mi campo visual alguien chorreando.
Vaya, no esperaba comentarios a esta entrada; gracias a los dos por dejaros caer...
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