24/1/12

Decepción palentina

La Nava estaba staked-out, pero aún así todos dippeamos estrepitosamente... (¿qué de qué estoy hablando? Nada, cosas de frikis...). En fin, fastidia bastante chuparse un día seis horas de coche para al final no ver un bicho muy raro que parecía cantado, pues durante tooooda la semana viéndose a la misma hora en el mismo sitio... El lugar era la laguna de La Nava, en Palencia; y el bicho un ánsar chico Anser erythropus, con diferencia la especie de ganso más rara de Europa, con muy pocas citas en España. Total, que allí fuimos el domingo Javi, Raquel, Vero, Sirin y yo mismo; y de allí nos fuimos sin verlo, nosotros y otras doce personas (y otro perro, jeje) que iban a lo mismo. La laguna no es que sea muy grande, pero los puntos de observación que hay no permiten verla demasiado bien, y además había por los sembrados de la zona grandes grupos de gansos a distancias imposibles que no llegaron a dejarse caer por el agua en todo el tiempo que estuvimos allí.

La zona, en cualquier caso, está curiosa. La Nava, junto con Boada y Pedraza, es una de las lagunas importantes de Tierra de Campos, que destaca tanto por las cifras de gansos invernantes como por ser uno de los lugares de stopover (paradas de abastecimiento que realizan las aves en migración) mejor conocidos del carricerín cejudo Acrocephalus paludicola, una especie de pajarillo muy amenazada. Precisamente para estudiar mejor esta especie existe en la laguna la trampa Helgoland de la foto de arriba, la única instalada en España. Una Helgoland es una especie de embudo de redes, dispuesto en estructuras de vegetación lineales, que canaliza el flujo de avecillas migrantes hacia un fondo de saco donde se las captura.
Aunque el día estuvo en su mayor parte plomizo al menos no hubo nada de niebla, niebla que según los foros tanto fastidió a las personas que se acercaron hasta la laguna el día anterior. Y a media tarde salió decididamente el sol, justo en el momento en que un gran grupo de gansos venido de un sembrado entró a beber a la laguna de La Güera, frente a la que estábamos apostados esperando infructuosamente al chico...

... y el chico no apareció, ni entonces ni luego. En cualquier caso, el día estuvo la mar de bien: sin frío, en buena compañía y con muchos bichos que no son en absoluto frecuentes: esmerejones, garcetas grandes, ánsares caretos, barnaclas cariblancas... pena que una pequeña decepción dé un poco al traste con un día por lo demás muy bien aprovechado. Una lección, para no enfocarse demasiado en el vicio y seguir disfrutando del campo tal cual es.

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