Una cosa en la que esta ciudad le gana de calle a Madrid es en la atención al cliente. Por todas partes que vamos (personal de la Universidad, cajeros y dependientes, camareros...) nos atienden en general con la mayor de las sonrisas y con toda la paciencia del mundo. Al ir la semana pasada a pagar el alquiler al banco, la señora que nos atendió (encantadora, por cierto) llevaba en la solapa una chapa con un “10/10” escrito. En un cartel ponía que los clientes de esa sucursal podían recibir aleatoriamente llamadas en las que les preguntaran por el servicio recibido; y que podrían identificar al empleado que más valoraciones positivas hubiera recibido por llevar dicha chapa. Tal vez no lo hagan desinteresadamente, ya que supongo que recibirán una compensación económica; pero la verdad, visto lo que solemos tener en España... se la tienen bien merecida.
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