Callejeando por Edimburgo, creo que a cualquiera acostumbrado como nosotros a una cierta homogeneidad religiosa le sorprenderá encontrarse con tal cantidad de iglesias distintas; pertenecientes a todas las denominaciones protestantes imaginables. Pero aún me ha sorprendido más ver la cantidad de iglesias que ya no se destinan al culto y que, tras haber sido vendidas, se destinan ahora a los más variados usos: edificios administrativos, oficinas de turismo, bares, discotecas... ¡y hasta un rocódromo! ¡Y una tienda de lámparas!
2 comentarios:
En Dublín fui a una iglesia-bar y la verdad es que aluciné. No sabía que era una práctica tan habitual.
Besos!
Gracias por comentar... y por los besos, claro :-)
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