27/12/09

CON(an)XO

En estas vacaciones largas aprovecho habitualmente para moverme y ver antiguas amistades. Ayer comencé por mi querido Santiago; levantado por todas partes como un Madrid en pequeño, con obras en las que se trabaja a destajo para dejar la ciudad impecable de cara al Xacobeo que se nos viene encima. empecé visitando con Ángel (Compostela) la iglesia y monasterio de Conxo, antiguo núcleo independiente que hoy ya es de pleno derecho un barrio periférico de la capital. Y en la iglesia, un conocido Cristo de Gregorio Fernández. Y, como toda obra del lucense de nacimiento y pucelano de adopción que se precie, con un religioso encargado de acompañar al visitante para dar las explicaciones correspondientes. Éste era sin embargo más majo que las monjas de San Plácido, y se entretuvo contándonos historias de redenciones y martirios de santos mercedarios, a cuya orden pertenece el convento.
Después, y a pesar de las explicaciones de los paisanos (llenas de retondas y redondas; y baixe á direita onde a última casa, que é un restaurante... un restaurante deses de chicas -sic-), conseguimos llegar hasta los restos del castillo de Rocha Forte, ya algo fuera de la ciudad y en pleno proceso de restauración... Aunque poco queda ya que restaurar. Pero bueno, Santiago también se merece su castillo, ¿o qué?
El resto de la jornada compostelana trascurrió ya “en interiores”: Tomando algo con Jaime y comiendo después pronto con Martín, para coger a tiempo el tren de vuelta a Orense. A Martín tenía especiales ganas de encontrármelo; que ya hacía más de un año que no coincidíamos y oye, la primera amistad que hace uno en la carrera es algo que queda ahí...
Poco más; siguiente parada, ¡Pontevedra!

2 comentarios:

Ángel Ruiz dijo...

Para la pequeña historia quedan las frases de los paisanos entre Conxo y la Rocha: qué gente más maja en la zona rururbana de Santiago.
¡Y hasta te has currado el título!

Antón Pérez dijo...

Pues me alegro de que te guste; el título se me ocurrió en un instante de inspiración mientras me duchaba ayer; antes incluso de coger el tren a Santiago... :-)