Comienza a ser un tópico anual en las noticias oficiales y oficiosas lo pronto que se comienzan a preparar las ciudades para la Navidad... Y siguiendo la tónica general, ayer en Södra Sandby tuvimos nuestra propia sesión de fiestas anticipadas: Supongo que movidos por el día radiante y soleado que tuvimos ayer, en el que las grajas aparecían y desaparecían entre los aguaceros a modo de burlonas golondrinas de Bécquer, a Sofia y a Oskar les entró una especie de telele invernal y corrieron al supermercado a comprar una botella de glögg (pronúnciese algo así como "glub"), el vino especiado que se toma en los países nórdicos acompañando las comidas navideñas. Después de cenar tomamos sendas tazas de este vino con un fuerte aroma a jengibre caliente, con pasas y almendras molidas; y bizcochos y galletas. Mientras, a través de ese gran producto local que es Spotify, sonaba una versión sueca del Stille Nacht tan incomprensible y seguramente paganaza como la que canta Chewbacca... Ya que, gracias a Dios, no tendré que estar aquí hasta tan adelante, me gustó celebrar anoche este remedo mes y medio adelantado. Me voy a volver a España con ganas y contento, pero, con todos los defectos que tengan, voy a echar en falta a mis compañeros de casa.
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