El anillamiento científico ha permitido a lo largo de los años conocer muchas cosas acerca de la migración e invernada de las aves. Pero muchos de los datos vienen no en la primera captura, sino cuando el ave es “recapturada”, ya sea viva o muerta. Es entonces cuando se puede saber cuál es la ruta que sigue en sus desplazamientos, si utiliza unos u otros lugares para reposar... Con las aves pequeñas el anillamiento con redes japonesas, como las que usamos nosotros en verano, permite acumular el número suficiente de capturas y recapturas como para que sea suficientemente útil. En otras aves cuyo tamaño lo permite, como las cigüeñas de Prado Herrero o las gaviotas que anotamos Javi y yo en el GTT, el uso de marcas de lectura a distancia facilita mucho el que se sucedan los contactos con un mismo ejemplar.
Sin embargo hay especies en las que apenas hay recapturas, ya sea porque son difíciles de capturar o porque son muy escasas (y muchas veces por ello amenazadas, por lo que es aún más apremiante si cabe el tener los datos)... Un ejemplo claro de todo esto es el de las aves rapaces. Los avances tecnológicos han permitido que ahora, en la medida en que los medios lo permitan, se las pueda marcar con emisores de lectura por satélite, que permiten saber en todo momento por dónde se mueve el ave que los lleva: Así se descubrió hace un par de años que los halcones de Eleonora no migraban entre España y Madagascar por la costa, sino atravesando el continente.
Sin embargo hay especies en las que apenas hay recapturas, ya sea porque son difíciles de capturar o porque son muy escasas (y muchas veces por ello amenazadas, por lo que es aún más apremiante si cabe el tener los datos)... Un ejemplo claro de todo esto es el de las aves rapaces. Los avances tecnológicos han permitido que ahora, en la medida en que los medios lo permitan, se las pueda marcar con emisores de lectura por satélite, que permiten saber en todo momento por dónde se mueve el ave que los lleva: Así se descubrió hace un par de años que los halcones de Eleonora no migraban entre España y Madagascar por la costa, sino atravesando el continente.
Y en ocasiones, se lleva uno la gran sorpresa: resulta que un pollo de halcón sacre Falco cherrug (un gran halcón de las estepas de Europa del este, bastante amenazado) marcado este año en Hungría, en el periodo de dispersión juvenil tras volar del nido, en vez de dirigirse como suele ser habitual hacia el SE ha tomado otra dirección, ¡y lo tenemos en España! Nadie lo ha visto aún, pero el satélite no miente, y constituye así la primera cita de un divagante genuino de esta especie a nuestro país. Más datos, aquí.
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