16/8/09

¡A por pelágicas!

Cuando se publiquen estas líneas, si Dios quiere, Javi y yo estaremos en un barco a unas veinte millas náuticas al NO de cabo Ortegal, disfrutando como niños de las aves marinas. El ayuntamiento de Cariño rehabilitó el año pasado un antiguo pesquero, el Aula do Mar, para dedicarlo a tareas turísticas y de educación ambiental. Y el verano-otoño del año pasado y de éste, cada quince días el barco realiza salidas específicamente para disfrutar de la migración de muchas especies de aves marinas que, finalizada la temporada de cría, comienzan ahora su viaje rumbo al sur. No siendo para anidar, estas aves normalmente no se acercan a tierra, pero sí siguen muchas veces a los barcos pesqueros, de los que saben que siempre podrán obtener algún descarte de las capturas... Y en un barco pesquero vamos a ir nosotros, tirando además por la borda alegremente restos de pescado de la lonja. Esto de las aves es siempre una lotería, e igual nos comemos hoy los mocos; pero el precedente de la salida realizada el año pasado en esta misma fecha invita a pensar que no... ¡Menudo día, ocho me habría tachado yo de un tirón (y además pegaditas a uno; no "puntitos" volando a lo lejos)...! ¡Qué ganas tengo de contaros cómo ha ido!
De nuevo con los pies en la tierra, iremos volviendo poco a poco a Vilar de Barrio. No está Galicia tan llena de rarezas como este invierno pasado, pero algo hay por ahí: un andarríos maculado Actitis macularius en una playa cerca de Ferrol, el zampullín picogrueso Podylimbus podiceps que lleva un par de años en las lagunas de Riocaldo (Lugo)... En fin, que vamos a estar entretenidos.

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