8/3/15

Dispersando citas

"Los animales no se leen las guías", decimos a veces cuando aparece un ejemplar de la especie tal o cual en u lugar o hábitat que no le corresponde. A las rarezas que se desvían al migrar se suman además los ejemplares juveniles de muchas especies que, antes de fijarse en un territorio dado, recorren a veces distancias enormes, buscando zonas donde alimentarse y madurar, aunque no sean buenas localidades de cría. Los ejemplares pertenecientes a programas de reintroducción que llevan emisores GPS dan buen ejemplo de ello, pues al podérseles seguir al minuto permiten comprobar lo mucho que se mueven algunos bichos. Por ejemplo Tono, uno de los quebrantahuesos del programa de reintroducción de la especie en Cazorla, acumula ya varios viajes de ida y vuelta cruzando España hasta los Pirineos. Una de sus compañeras, Estela, se dejó caer a finales del año pasado por el valle del Lozoya, de modo que, aunque soltados en Andalucía, los quebrantahuesos vuelven ahora a dejarse ver por los cielos de Madrid, varias décadas después de haber sido eliminados. Esto plantea una cuestión interesante: los programas de reintroducción prevén (o deberían, al menos) que el ambiente donde se van a liberar ejemplares tenga todo lo que necesitan para prosperar, pero claro, si el bicho se marcha... ¿qué va a pasar con él fuera? ¿Qué va a pasar con Kentaro, por ejemplo, uno de los linces liberados en Montes de Toledo en noviembre, y que lleva varios días por Madrid adelante, atravesando carretera tras carretera? En fin, pues esperemos que no pase nada malo. Tras décadas ausente, el lince vuelve a dejarse ver por Madrid. Esperemos que prospere, y podamos pronto ahorrarnos así otro viaje "olímpico" a Andújar...

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