La foto no es muy buena... pero la luz tampoco lo era la noche en que, en el barranco de las Víboras, en Sierra Nevada, este Pseudolucanus barbarossa decidió acompañarnos en la terraza en que reposábamos la cena, junto a unos astrónomos alemanes. Cosas de Granada...
Como el campo queda ya a la vuelta de la esquina (en apenas veinte días deberíamos salir), yo sigo rememorando años anteriores. El Pseudolucanus barbarossa es un simpático bicho, un endemismo íbero-magrebí que medra sobre todo en zonas montanas de influencia mediterránea, donde vive su planta nutricia favorita: el roble melojo o rebollo Quercus pyrenaica.
Las larvas de todos los lucánidos, cuya especie más conocida es el famoso ciervo volante, se alimentan durante años de madera podrida, antes de pupar para convertirse en adultos. Y cada vez hay menos bosques (digo bosques, no plantaciones de árboles), y menos madera muerta en el monte... La “invisibilidad” de los invertebrados hace que, en relación al número de especies descritas, la proporción de ellas de las que se conoce lo suficiente como para evaluar su grado de amenaza es irrisoria. Y siempre viene bien tirar de especies “bandera” (especies bien conocidas, como el ciervo volante) para plantear la necesidad de proteger hábitats de los que se beneficiarán muchas otras especies y procesos ecológicos...
Como el campo queda ya a la vuelta de la esquina (en apenas veinte días deberíamos salir), yo sigo rememorando años anteriores. El Pseudolucanus barbarossa es un simpático bicho, un endemismo íbero-magrebí que medra sobre todo en zonas montanas de influencia mediterránea, donde vive su planta nutricia favorita: el roble melojo o rebollo Quercus pyrenaica.
Las larvas de todos los lucánidos, cuya especie más conocida es el famoso ciervo volante, se alimentan durante años de madera podrida, antes de pupar para convertirse en adultos. Y cada vez hay menos bosques (digo bosques, no plantaciones de árboles), y menos madera muerta en el monte... La “invisibilidad” de los invertebrados hace que, en relación al número de especies descritas, la proporción de ellas de las que se conoce lo suficiente como para evaluar su grado de amenaza es irrisoria. Y siempre viene bien tirar de especies “bandera” (especies bien conocidas, como el ciervo volante) para plantear la necesidad de proteger hábitats de los que se beneficiarán muchas otras especies y procesos ecológicos...
2 comentarios:
Barbarroja no está mal.. pero mis ojos como platos con el link a los Ciervos volantes. ¡Son tuyas las fotos! ¿¿Dónde ese club de Lucanus cervus que rodean un móvil (igual que el tuyo pero sin masa de arena intrapantaya)??
Muy chulos.
- Se parece, pero no es mi móvil :-)
- Como dice el texto de esa entrada (...), las fotos no son mías, sino de Jaime (no del que conoces, de JC, el primer comentarista).
- La finca donde se tomaron esas fotos está en Bueu, un pueblo de la margen izquierda de la ría de Pontevedra. Allí crían estos bichos, generación tras generación, en la madera de un gran manzano medio muerto.
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