16/6/11

Un autillo en el cuenco de la mano

Ayer a esta misma hora llamaron tres alumnos a la puerta del despacho. Salí a ver qué querían, y vi asomando entre los dedos del del medio una cabecita cubierta de plumas sedosas con dos hipnotizantes ojazos amarillos. Era un pollo volantón de autillo, recién independizado, que habían encontrado revoloteando malamente en la acera frente a la entrada y que habían decidido salvar de males mayores. Se quedó el autillo conmigo, y ninguno de los demás becarios que fueron llegando al despacho sospechó del contenido de la caja de folios que estaba sobre mi mesa, hasta que dos chicos de Brinzal se acercaron a llevársela horas más tarde…
Una nota de aviso: los pollos de las rapaces nocturnas salen del nido muy pronto, con el cuerpo cubierto aún casi por completo de plumón, y enseguida se desperdigan por los alrededores, donde sin embargo los padres tienen buen cuidado de ellos. Esto lo digo porque el 99 % de los pollos de búho “abandonados” que recoge la gente no lo están en absoluto: sus padres están cerca, al quite; y a no ser que (como con el bicho de ayer) resulte evidente que el animal tiene problemas, es mejor dejarlo donde está, y no sobrecargar de trabajo a gente como la de Brinzal, con tanta voluntad como falta de recursos…

2 comentarios:

Pelao dijo...

Esque le atacaban urracas por lo que me ha contado mi amigo paco que es el que te lo llevo jejeje.
gracias por hacer las gestiones!

Antón Pérez dijo...

¡Qué tías, pavo...! De gracias nada; a ti por reenviármelos, que no tuve más que hacer de enlace y a cambio pude acariciarle la cabecilla al bicho :-)