La miríada de pequeñas islas que orlan las orillas del Mediterráneo funcionan como una especie de imán para las pequeñas aves durante sus migraciones; una tabla de salvación donde recalar durante las tormentas y engordar un poquillo antes de continuar viaje. Desde hace varios años, el proyecto Piccole Isole (“pequeñas islas”, en italiano) coordina campañas de anillamiento en dichas islas (y algunos enclaves costeros) desde España a Grecia, como método de evaluar el tamaño y tendencias poblacionales de muchas especies. En las islas donde se trabaja, en general de reducidas dimensiones y con buenos números de aves, se capturan muchos ejemplares de multitud de especies; y normalmente también diversas rarezas. En España son varias las estaciones adscritas al proyecto, y en lo que a aves raras se refiere, Cabrera se lleva la palma. Esta primavera, de momento y sin ir más lejos, son dos las especies que se acaban de subir a la lista española (fotos de esos mismos ejemplares de los que hablo, de Reservoirbirds): el papamoscas semicollarino Ficedula semitorquata y el escribano ceniciento Emberiza caesia (este no ha sido capturado... aún). ¡Quién me diera a mí, que mientras esto se autopublica estaré pasando frío en el Botánico...!
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