Al primero de los fines de semana de abril que espero pasar en Monfragüe no se le puede reprochar nada, salvo quizá que no haya lucido el sol como esperábamos. Y casi ni eso, porque la amenaza de lluvia se quedó en amenaza hasta que ya estábamos en los coches de vuelta a Madrid. Pero aún así, me vengo con un cierto puntito de tristeza; con la impresión de que nos dejamos muchos bichos y mucho parque por ver, de que las cosas habrían podido en definitiva, salirnos un poquito mejor. Además, que nada más llegar te pregunten “¿qué es eso?”, mirando por los prismáticos (cuerpo gordote, cabeza pequeña...) sin pensarlo mucho digas que es “una paloma torcaz”, y después enchufes el telescopio y descubras que era...
... una señora águila imperial Aquila adalberti, pues te baja bastante la autoestima pajarera. Aunque que todos los errores sean así, la verdad. En esta ocasión (y en ello ha tenido mucho que ver Alberto, que entre otras muchas cosas buenas caza bichos como nadie), más que la óptica de aumentos, ha triunfado la de macrofotografía. Los bichos “en mano”, ciertamente, han sido los reyes del fin de semana:
O escorpiones de agua Nepa cinerea perfectamente identificados.
... y lagartos ocelados Timon lepidus llenos de ocelos. Otros bichos, claro, no hubo forma de fotografiarlos así, ya que quedaban algo más lejos...
Algunos, como esta pareja de cigüeñas negras Ciconia nigra incubando sus huevos...
... y otros como este buitre leonado Gyps fulvus, con el huevo algo más crecido.
Y jaras pringosas Cistus ladanifer, jaras floridas por todas partes.
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