La primavera llega tarde al monte gallego, y después de disfrutar del verde de los trigales y encinares castellanos, los robledales entre Zamora y Ourense amarilleaban todavía, mostrando sus ramas desnudas cubiertas de líquenes cetrinos. Más abajo los mismos robles, pero ahora ya con hojas, pintaban de nuevo de verde los últimos kilómetros del recorrido del tren.
Empiezo por el final el relato de los cinco días tan entretenidos como agotadores que JaviP y yo hemos pasado (re)descubriendo Madrid; ya habrá tiempo a lo largo de estos lluviosos días de Semana Santa... De vuelta en la casa paterna, con mi sobrina haciendo ruiditos al lado en su cuna antes de dormirse, creo que va siendo hora de que haga yo lo mismo.
1 comentario:
Jejeje. Hoy me he puesto a ello (a bloguear) pero se me ha hecho algo tarde. Maña prosigo y ya podrás enlazar algo. ;D. que tengas buen viaje. 1 abrazo
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