“Ya es mala pata…”, seguramente pensaron los exploradores al ver la plasta de plumas en medio de la carretera; “ya es mala pata que te atropellen en una carretera por la que debe de pasar un par de coches al año…” Lo que mal sabían ellos al detenerse para examinar el cadáver del ave es que ¡estaban frente a una especie desconocida para la Ciencia! En efecto, en 1990 un equipo de investigadores británicos que recorría la meseta de Nechisar, en las montañas etíopes, se encontró con un chotacabras atropellado del que apenas quedaba un ala y algunas plumas de la cola… que no correspondían con ninguna especie conocida. Basándose en ese exiguo material describieron la especie, dándole el nombre de chotacabras de Nechisar Caprimulgus solala (“solala” quiere decir exactamente eso, “sólo l’ala”).
… Y es que hay historias que hacen bueno el dicho de que la realidad supera la ficción. Desde entonces del chotacabras de Nechisar no se ha vuelto a saber nada. Puede que sea una especie relativamente frecuente o por el contrario muy escasa…; pude que incluso ni siquiera viva allí de forma permanente, sino que realice movimientos intraafricanos que sólo de vez en cuando la lleven hasta las planicies abisinias… En mi guía de aves de la zona aparece simpáticamente dibujada esa única ala izquierda, por si alguien tiene la fortuna de volver a cruzarse con la especie (¡y esperemos que no atropellándola!).
Semejante reto resulta muy tentador, y el año pasado un equipo de veteranos y avezados ornitólogos británicos y sudafricanos realizaron una expedición al estilo de las de la época victoriana, “a la caza del chotacabras perdido…” Podéis leer la crónica del viaje y ver un vídeo de cómo casi lo consiguen aquí.
… Y es que hay historias que hacen bueno el dicho de que la realidad supera la ficción. Desde entonces del chotacabras de Nechisar no se ha vuelto a saber nada. Puede que sea una especie relativamente frecuente o por el contrario muy escasa…; pude que incluso ni siquiera viva allí de forma permanente, sino que realice movimientos intraafricanos que sólo de vez en cuando la lleven hasta las planicies abisinias… En mi guía de aves de la zona aparece simpáticamente dibujada esa única ala izquierda, por si alguien tiene la fortuna de volver a cruzarse con la especie (¡y esperemos que no atropellándola!).
Semejante reto resulta muy tentador, y el año pasado un equipo de veteranos y avezados ornitólogos británicos y sudafricanos realizaron una expedición al estilo de las de la época victoriana, “a la caza del chotacabras perdido…” Podéis leer la crónica del viaje y ver un vídeo de cómo casi lo consiguen aquí.
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