Mt X, 24-25. No es el discípulo más que su maestro, ni el siervo más que su señor. Le basta al discípulo ser como su maestro y al siervo como su señor. Si al amo de la casa le han llamado Belcebú, cuánto más a los de su casa...”
Profetizó Simón en el Templo, ante un Jesús apenas recién nacido, que sería signo de contradicción (Lc II, 34). Y supongo que, representando todo lo que representan Cristo y su Iglesia, es difícil quedarse indiferente... Toca ahora, como siempre ha tocado, aguantar los palos: el pecado de algunos miembros (una exigua minoría del clero, aunque sólo uno ya habría sido demasiado) merece toda la repulsa, pero los conspiradores están a la mínima y encantados de tomar la parte por el todo para abofetear y escupir de nuevo el rostro del pastor: el del Nazareno camino del Calvario, y ahora el del Papa.
Y por cada verdad, son mil las mentiras (un ejemplo de tantos). Y los cobardes nos callamos. Y el padre Cantalamessa, que será de todo menos cobarde, llama a las cosas por su nombre (penúltimo párrafo, aunque para poner las cosas en contexto hay que leerlo todo), y los fariseos se rasgan encantados las vestiduras con gran teatralidad... Y me pregunto, sin miedo de contravenir la ley de Godwin: Aunque el antisemitismo surgió en la Europa nacionalista del XIX, ¿no vemos siempre en el nazismo su mayor exponente? ¿Y dónde nació el “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad“ y el “miente, miente... que algo queda”...?
He dicho arriba que los conspiradores están a la mínima. Lo digo y lo mantengo: hay una conspiración mundial contra la Iglesia (¡hala!). ¿Y sabéis quién es el líder de la misma, quién está detrás de todo? (guardad la chequera, El Mundo y Libertad Digital, que os lo voy a decir gratis) Pues es éste... Pero no os preocupéis: Mt XVI, 18. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; la guerra está ganada desde el principio. Por eso, y aunque a veces me cabree,
Profetizó Simón en el Templo, ante un Jesús apenas recién nacido, que sería signo de contradicción (Lc II, 34). Y supongo que, representando todo lo que representan Cristo y su Iglesia, es difícil quedarse indiferente... Toca ahora, como siempre ha tocado, aguantar los palos: el pecado de algunos miembros (una exigua minoría del clero, aunque sólo uno ya habría sido demasiado) merece toda la repulsa, pero los conspiradores están a la mínima y encantados de tomar la parte por el todo para abofetear y escupir de nuevo el rostro del pastor: el del Nazareno camino del Calvario, y ahora el del Papa.
Y por cada verdad, son mil las mentiras (un ejemplo de tantos). Y los cobardes nos callamos. Y el padre Cantalamessa, que será de todo menos cobarde, llama a las cosas por su nombre (penúltimo párrafo, aunque para poner las cosas en contexto hay que leerlo todo), y los fariseos se rasgan encantados las vestiduras con gran teatralidad... Y me pregunto, sin miedo de contravenir la ley de Godwin: Aunque el antisemitismo surgió en la Europa nacionalista del XIX, ¿no vemos siempre en el nazismo su mayor exponente? ¿Y dónde nació el “una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad“ y el “miente, miente... que algo queda”...?
He dicho arriba que los conspiradores están a la mínima. Lo digo y lo mantengo: hay una conspiración mundial contra la Iglesia (¡hala!). ¿Y sabéis quién es el líder de la misma, quién está detrás de todo? (guardad la chequera, El Mundo y Libertad Digital, que os lo voy a decir gratis) Pues es éste... Pero no os preocupéis: Mt XVI, 18. Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella; la guerra está ganada desde el principio. Por eso, y aunque a veces me cabree,
...a todos :-)
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