3/2/11

“Para lo que me queda en el convento...”

La política universitaria de este gobierno, y más concretamente respecto a los estudios de tercer ciclo, está siendo así como... confusa a lo largo de esta legislatura. Ya al inicio de la misma hicimos el pasito p’alante y p’atrás: de Educación a Ciencia y vuelta al origen; y con estos comienzos poco se puede esperar de los finales. No sé qué parte de culpa tendrán la crisis, el cambio climático y CR9 en que las partidas presupuestarias para investigación sean cada vez menores o en que cada vez las convocatorias de las becas salgan más tarde (si es que salen); pero el caso es que cada vez hay más incertidumbre en un campo en el que nunca han abundado las certezas. De ahí que la gente se haya vuelto muy suspicaz ante todas las noticias que salen de los ministerios del ramo, y cada vez que los de arriba prometen no se sabe si proponen de buena fe o si, vistas las encuestas, pretenden aprobar decretos a todo gas sin miedo a hacer bueno el refrán castellano...
En enero nos desayunamos primero con que la nueva Ley de Ciencia, una de tantas promesas de 2008, era de repente urgentisísima. Al nivel que más me interesa (aunque ya no me pillará), se planteaba la sustitución definitiva del sistema de dos años de beca y dos de contrato por solo contrato. Eso está bien, como todo lo que sea disminuir precariedad. La historia es que, si cada vez hay menos presupuesto y un sistema de todo contrato necesita más dinero para pagar impuestos, o toca a repartir menos entre los mismos... o toca que sean menos los que se reparten la tarta. Una tercera opción, de la que recién nos enteramos, es por supuesto pagar solo tres años en vez de cuatro. Y además obligar a la gente a acabar en esos tres años.... que no está mal para según qué temas, pero necesita de un reciclado mental previo de muchos directores que parecen serlo solamente de nombre.... Más confusión, más dudas y más reflexiones que vendrán en otras entradas, que esta ya se alarga demasiado.

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