17/2/11

El plomo, en el punto de mira

El término inglés “sniper” (que me atrevería a decir que muchos jóvenes conocemos gracias a los videojuegos) se traduce en español como “francotirador”; pero etimológicamente su verdadero significado es “cazador de agachadizas” (del inglés snipe: agachadiza). La caza de estas aves, que aguantan camufladas en los juncales hasta que casi se las pisa, y arrancan entonces en un vuelo breve, vertiginoso y zigzageante, requiere de gran pericia por parte del tirador. En torno a este tema se desarrolla por ejemplo uno de los episodios más divertidos de Mi familia y otros animales
El párrafo anterior me sirve para introducir el tema del que quería hablar, que es el daño poco conocido pero considerable que causa la caza en la medida en que siembra España cada año de toneladas de plomo, que contaminan suelos y masas de agua; siendo un problema incluso para las personas que consumen esta carne. Desde colectivos ecologistas y federaciones de caza se promueve la sustitución de la munición de plomo por otra de distintos metales: leíamos hace nada en la prensa cómo la Fundación Gypaetus realizaba campañas de promoción de la munición de cobre en el entorno de Cazorla, para poner freno a las muertes de buitres que se alimentan de restos de monterías. El principal inconveniente (entre otros, como el distinto comportamiento del perdigón en el aire o al rebotar) es que estos otros tipos de munición son más caros que la tradicional, y el problema radica principalmente en la caza menor, donde se disparan la inmensa mayoría de los tiros cada temporada. Es una pena que las pobres agachadizas, que hábilmente supieron esquivar los perdigones disparados sobre ellas, mueran después al ingerirlos creyendo que son guijarros…

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