Esta mañana me las deseaba yo muy felices; demasiado, tal vez... Había planeado una mañana de pajareo puro y duro, sin mayor complicación; ni codornices, ni anillamiento, ni tachar rarezas ni historias raras. El lugar: el parque del Sureste, que lo tenía ya muy olvidado. ¿La compañía? Los que se quisieran sumar, que al final fueron Vero y Sofía. Total, que llegando al Soto de las Juntas me llamó Miguel, el de las codornices, diciendo que aunque no pensaba pasarse al final había ido a probar fortuna esta mañana y que había siete clientes esperando...
Diez minutos de paseo y vuelta al metro. Esperando en el solitario andén (que en Rivas es como un apeadero de RENFE, al aire libre) me fijé en un gorrioncejo que cantaba todo ufano desde su apartamento, en el "entresuelo" de uno de los nidos de cigüeña de dicha estación. Sonaba raro, y al enfocarlo con los prismáticos descubrí que no era un gorrión común, sino un precioso macho de gorrión moruno Passer hispaniolensis. El gorrión moruno es una de las especies que me taché al venirme a Madrid; lo he visto ya bastantes veces, pero nunca tan bien y tan de cerca como hoy. Es una especie colonial, propia del área circunmediterránea, que ocupa en España ambientes de sotos fluviales en áreas esteparias. Y vaya, que no es que el gorrión común sea feo, ni mucho menos; pero es que éste... se sale :-)
3 comentarios:
Yo también lo ví! Si que era bonito, sí. Bueno, tendremos que volver al sureste, que estaba muy verde y bonito y sin ti se ven un 40 % de los bichos.
Beso!
¡Qué pelota eres...! :-)
Te recuerdo que, según el Sr. Santos, tú también eres fina y avezada... :-p
Que va! Yo solo soy la que también bosteza porque esto se lo sabe. ;)
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