Os voy a contar una cosa curiosa que nos pasó a Rita y a mí el pasado jueves por la tarde... Resulta que había cuchipanda en casa de Bea (becaria de Antropología, que vino este año a Monfragüe) para celebrar su cumpleaños y el de Irene (Becaria de Peces); y Rita y yo fuimos juntos hasta su casa.
Bea vive en la calle X, 13, 4ºA. Total, que los problemas comenzaron ya al llegar al portal... Resulta que los números 11 y 13 compartían entrada a través de una pequeña zona ajardinada, y para timbrar en la puerta, en vez de pulsar el botón del piso como en cualquier casa normal, un cartelito indicaba que había que marcar un código de cuatro números diferente según al piso al que se quisiese ir. Marcamos el 4ºA, y un señor nos dijo que allí no vivía ninguna Bea. Extrañados, marcamos el 4ºB (Rita sostenía desde el principio que es que era el B, no el A), sin obtener respuesta... Entonces nos dimos cuenta de que estábamos marcando los códigos del bloque 11, y no del 13. Marcamos el 4ºA del 13, y de nuevo no contestaba nadie; pero acabó abriéndonos un hombre que salía en ese momento.
Ya dentro del jardín, llegamos hasta la puerta “de verdad” del bloque 13... ¡Y de nuevo otro interfono! En el 4ºA seguía sin abrirnos nadie, de forma que (a insistencia de Rita, que estaba convencida de que era el B) llamamos al B. Una voz que identifiqué como la de Samu, el novio de Sofía, preguntó que quién era; “Antón”, contesté; nos abrieron y subimos...
Y al llegar al 4º, para gran alegría de Rita, la puerta B estaba entreabierta, esperando nuestra llegada. Total que entramos y nos dirigimos a donde se oían voces, en una habitación iluminada al final de un largo pasillo... ¡Para encontrarnos cara a cara con un matrimonio de mediana edad que reflejaba en sus rostros la pinta de asombro que debíamos de tener nosotros! Y eso, que es que estaban esperando a su hijo, que venía a cenar, que por eso habían abierto (su hijo no se llamaba Antón, claro), y que Bea vivía en el A, y que qué gracia, y que sentimos mucho molestarles, y que nada, por Dios, y que hasta luego...
Bea vive en la calle X, 13, 4ºA. Total, que los problemas comenzaron ya al llegar al portal... Resulta que los números 11 y 13 compartían entrada a través de una pequeña zona ajardinada, y para timbrar en la puerta, en vez de pulsar el botón del piso como en cualquier casa normal, un cartelito indicaba que había que marcar un código de cuatro números diferente según al piso al que se quisiese ir. Marcamos el 4ºA, y un señor nos dijo que allí no vivía ninguna Bea. Extrañados, marcamos el 4ºB (Rita sostenía desde el principio que es que era el B, no el A), sin obtener respuesta... Entonces nos dimos cuenta de que estábamos marcando los códigos del bloque 11, y no del 13. Marcamos el 4ºA del 13, y de nuevo no contestaba nadie; pero acabó abriéndonos un hombre que salía en ese momento.
Ya dentro del jardín, llegamos hasta la puerta “de verdad” del bloque 13... ¡Y de nuevo otro interfono! En el 4ºA seguía sin abrirnos nadie, de forma que (a insistencia de Rita, que estaba convencida de que era el B) llamamos al B. Una voz que identifiqué como la de Samu, el novio de Sofía, preguntó que quién era; “Antón”, contesté; nos abrieron y subimos...
Y al llegar al 4º, para gran alegría de Rita, la puerta B estaba entreabierta, esperando nuestra llegada. Total que entramos y nos dirigimos a donde se oían voces, en una habitación iluminada al final de un largo pasillo... ¡Para encontrarnos cara a cara con un matrimonio de mediana edad que reflejaba en sus rostros la pinta de asombro que debíamos de tener nosotros! Y eso, que es que estaban esperando a su hijo, que venía a cenar, que por eso habían abierto (su hijo no se llamaba Antón, claro), y que Bea vivía en el A, y que qué gracia, y que sentimos mucho molestarles, y que nada, por Dios, y que hasta luego...
Y en el A nos abrieron "los nuestros", por supuesto. Y nos enteramos al entrar ¡de que el interfono estaba estropeado! Ya sabíamos que os caemos mal, pero si no queréis que vayamos a la fiesta con no invitarnos está hecho :-D
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