22/10/07

Arroz en Banyalbufar


Tras tanta lluvia, es de agradecer que el fin de semana se presentase soleado. El sábado volví a la Albufera, acompañado esta vez por Karina, una física argentina de mi grupo del IMEDEA. No vimos nada fuera de lo habitual, pero siempre es entretenido descubrirle a la gente “nuevos mundos” a través de los prismáticos, ese artilugio mágico que transforma los “puntitos” en pájaros...
Y ayer domingo, tuvimos comida de grupo. Mucha gente desea que llegue el fin de semana para perder de vista por un tiempo a esos compañeros de trabajo que no soporta, pero por suerte para mí estoy en la situación contraria: son todos gente tan maja que ojalá hiciésemos más planes juntos... Pero la diferencia de edades se nota, y los fines de semana los dedican normalmente a descansar cada uno en su casa, por lo que rara vez salen planes como el de ayer. Preparamos un par de arroces en la terraza de la casa de Roger, gozando de sus magníficas vistas sobre Banyalbufar, un pequeño pueblo muy bonito que baja escalonado desde la Tramontana hasta el mar.
En estos temas culinarios abundan los talibanes, por lo que, superado un primer momento de azoramiento por querer y no poder ayudar a conseguir el fuego más perfecto para el arroz más perfecto, me senté sin mas en una tumbona a disfrutar del paisaje, del canto de por lo menos un millón de petirrojos y de los rayos del sol, que ya no calentará por mucho más tiempo... Fuera de casa, en el monte, los madroños estaban ya cargados de frutos... En días así, da gusto estar en Mallorca.


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