Con nuestras obligaciones democráticas ya más que resueltas, ayer nos fuimos Sofía y yo de vuelta a Musselburgh, para que pudiese ella disfrutar de los bichos que vimos Jaime y yo. No se nos dio muy allá la cosa, ya que la marea estaba muy alta y faltaban muchas de las aves que había la semana pasada. Sin embargo, ella se vino a casa tan contenta, con un puñado de observaciones de especies nuevas. Y yo no me volví de vacío tampoco...
El río Esk, en la imagen, atraviesa Musselburgh y muere en la costa, justo donde comienza el dique por el que pasear viendo pájaros. Desde el propio pueblo se puede disfrutar aquí en el río de cantidad de bichos distintos, a apenas metros de la parada del bus.
Y tras pasear a lo largo de todo el dique, un desvío conduce a una serie de lagunas de agua dulce, acondicionadas con observatorios.
Descubrimos con alegría que a dichas lagunas acuden buena parte de las limícolas de la zona cuando la marea alta les deja sin zonas donde alimentarse: avefrías, archibebes comunes, ostreros, agujas colipintas, correlimos comunes y zarapitos reales se apiñaban aquí para echarse una siesta.
Descubrimos con alegría que a dichas lagunas acuden buena parte de las limícolas de la zona cuando la marea alta les deja sin zonas donde alimentarse: avefrías, archibebes comunes, ostreros, agujas colipintas, correlimos comunes y zarapitos reales se apiñaban aquí para echarse una siesta.
Y, por si alguna vez os habíais preguntado cómo es un patito feo, aquí os dejo con un pollo de cisne vulgar Cygnus olor.
Ya de camino de vuelta al autobús, y cuando no esperaba gran cosa, en un último barrido a la bahía me encontré con un bicho como el de la foto. Un arao común Uria aalge en plumaje de invierno. Mi primer arao, de hecho. Y si no estoy todavía dando botes de alegría es porque el bicho estaba tan, pero tan condenadamente lejos, que apenas sí se le podía distinguir de un alca. Días mejores vendrán, espero...
Ya de camino de vuelta al autobús, y cuando no esperaba gran cosa, en un último barrido a la bahía me encontré con un bicho como el de la foto. Un arao común Uria aalge en plumaje de invierno. Mi primer arao, de hecho. Y si no estoy todavía dando botes de alegría es porque el bicho estaba tan, pero tan condenadamente lejos, que apenas sí se le podía distinguir de un alca. Días mejores vendrán, espero...
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