2/11/11

La muerte de Rosa

En La Estila, el colegio mayor donde vivía en Santiago, invitábamos de vez en cuando a “alguien que tuviese algo que contar” (desde guías de viajes de aventuras hasta al alcalde o al arzobispo) para que viniese a comer o a cenar y se quedara luego de charla informal con los colegiales. Estas tertulias me permitieron conocer de primera mano un montón de personas interesantes... y sufrir a unas pocas que no lo eran tanto. Los veteranos del colegio se quejaban por ejemplo cuando la dirección invitaba a nosequién del diario La Voz de Galicia, que siempre alardeaba de que su periódico era el que tenía más ediciones locales. Aunque tener nosecuántas secciones y tener luego que llenarlas de trapalladas... pues para ese viaje no necesitábamos alforjas. Introducido el tema, os dejo sin más con el enlace al obituario de Rosa. De la entradilla a la última línea, no tiene desperdicio.

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