14/8/10

Dos inesperados reencuentros ornitológicos

Apenas dejados atrás los primeros edificios, los alrededores de Lund se vuelven tan rurales como se ve en la foto... Campos de trigo, colza y remolacha, y praderas con ganado, conforman la matriz agropecuaria de la que surgen las poblaciones y los escasos bosquetes en el extremo sur de Suecia. Y en este nublado, por veces lluvioso y en general desapacible sábado de agosto, por los alrededores de Lund me dispuse yo a dar una vuelta.
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El río Höje frena el avance del borde suroccidental de la ciudad, y junto a su orilla hay una serie de estanques cuya vegetación constituye una especie de filtro verde; el último proceso del tratamiento de las aguas residuales de Lund. Lejos de la imagen de depuradora apestosa que podáis tener ahora en la cabeza, en torno a estos estanques, que datan del comienzo de los años 30, se extiende un espacio natural muy agradable para ir a dar una vuelta (podéis haceros una idea de cómo es aquí, y echaros unas risas usando el traductor de Google sueco-español). Además, y así me los habían recomendado, son un lugar muy agradecido para la observación de aves.

Y vaya si lo son; nada más llegar me topo de bruces con una pareja de somormujos cuellirrojos Podiceps grisegena que alimentaba sin descanso tres pollos ya casi tan grandes como ellos. La foto horrible de arriba, que saqué a través de los prismáticos, la pongo para dar fe del asunto; pero os enlazo esta otra que hace mucha más justicia a la especie. Somormujos cuellirrojos; ni más ni menos... Tras buscarlo largamente, este bicho nos lo tachamos Javi y yo pajareando por Escania adelante el año pasado; y aún entonces no vimos sino una motita, allá lejos mar adentro, a través de un telescopio empañado por la lluvia y el viento frío. Desde luego mucho mejor hoy :-)
En los estanques había además más bichos agradecidos, como charranes comunes, porrones osculados, cisnes o barnaclas canadienses; será cuestión de irse dejando caer por aquí, a ver qué más aparece...

Y en medio de esta maraña de hierba alta, ortigas, frambuesas y saúcos retorcidos y medio muertos, un canto fugaz pero característico y unas sombras marrones moviéndose velozmente captaron toda mi atención. Con algo de paciencia y mucho de suerte, finalmente acabaron dejándose ver unos cuantos carriceros políglotas Acrocephalus palustris, una especie que no tenemos en España muy similar al abundante carricero común, pero que en vez de carrizales ocupa este tipo de hábitats. Ésta es una de las especies que se me fueron escapando en mi estancia anterior porque ya se me hacía demasiado tarde en el año y estaban ellas ya camino de África. Muchas (incluida ésta, aunque sólo de oído) pude luego tacharlas en Polonia a finales de mayo; pero todavía hay una que se me resiste, el camachuelo carminoso... y la arena sigue cayendo inmisericorde en el reloj de la migración otoñal.

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