Vuelvo a Orense este fin de semana. Tras “descubrir” el Tren Hotel hace dos semanas he decidido aprovecharme de nuevo del mismo para, ya que no voy desde Navidad, pasar un día más en casa. Así que esta noche, una hora antes de que arranquen los actos de la campaña electoral, saldré de Chamartín rumbo al norte.
Rumbo al norte. Como los bandos de ánsares, grullas, cigüeñas o gaviotas que, estos días de anticiclón, vuelan resueltos hacia las cumbres nevadas de la Sierra. Muchos metros bajo ellos, y todavía algunos sobre mi cabeza, los verdecillos encelados vuelan de copa en copa, friendo huevos en el aire. Las torcaces y cotorras destrozan las yemas incipientes, los capullos a punto de abrirse de los ciruelos rojos... Poco a poco, la primavera va ganando la batalla.
Rumbo al norte. Como los bandos de ánsares, grullas, cigüeñas o gaviotas que, estos días de anticiclón, vuelan resueltos hacia las cumbres nevadas de la Sierra. Muchos metros bajo ellos, y todavía algunos sobre mi cabeza, los verdecillos encelados vuelan de copa en copa, friendo huevos en el aire. Las torcaces y cotorras destrozan las yemas incipientes, los capullos a punto de abrirse de los ciruelos rojos... Poco a poco, la primavera va ganando la batalla.
Del monte en la ladera,
por mi mano plantado, tengo un huerto,
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto...
No hay comentarios:
Publicar un comentario