Bueno, pues por fin de vuelta, tras diez días anillando por Andalucía adelante. Nos lo hemos pasado muy bien, pero el cansancio acumulado comenzaba a pesar ya demasiado; no en vano sólo una de las noches nos acostamos el día anterior al de levantarnos, nunca más allá de las 6:30... Así que ahora un fin de semana de descanso, y el lunes continuamos campaña a la caza de la curruca capirotada, esta vez por el norte peninsular...
Por lo demás, Andalucía me ha dejado alucinado. Como nuestra presa se aquerencia en los montes más forestados y húmedos, fuimos de sierra en sierra hartándonos del verdor que justifica más que de sobra las dos bandas de la bandera. Comenzamos por la Sierra de Aracena, en el norte de Huelva, donde los grandes castañares le hacían a uno imaginarse en el oriente gallego. Seguimos bajando a los bosques casi tropicales de Tarifa, subiendo luego a los sotos de la Sierra de Grazalema. Y, finalmente, Sierra Nevada y Las Alpujarras, donde arrancamos las currucas del fondo mismo de barrancos escarpadísimos de vegetación exhuberante, extrañas joyas en unas laderas rocosas por lo demás ajadas por el sol. Un tour por toda la Comunidad, catando hostales y albergues, salmorejos y tartas de queso.
La verdad, resulta un poco exasperante visitar lugares tan bonitos y adecuados para pajarear sin tiempo casi para pasear o echarse los prismáticos a la cara. Aún así, con las aves que se advierten de reojo la lista va creciendo poco a poco, igualando las 92 especies de la campaña de febrero en Tarifa. Más o menos conseguimos nuestro objetivo de capturar unas 20 currucas de cada una de las cinco localidades. Y además las redes permiten examinar en mano aves que uno no siempre tiene ocasión de ver como le gustaría. El mejor, sin duda todavía me emociono recordándolo), el zarcero bereber Hippolais opaca del 19 de julio de la foto de arriba, capturado en un soto en El Bosque (Grazalema); una de las pocas aves reproductoras que me quedaban por ver en España. Podéis compararlo con su primo común de la foto de esta entrada antigua...
Por lo demás, Andalucía me ha dejado alucinado. Como nuestra presa se aquerencia en los montes más forestados y húmedos, fuimos de sierra en sierra hartándonos del verdor que justifica más que de sobra las dos bandas de la bandera. Comenzamos por la Sierra de Aracena, en el norte de Huelva, donde los grandes castañares le hacían a uno imaginarse en el oriente gallego. Seguimos bajando a los bosques casi tropicales de Tarifa, subiendo luego a los sotos de la Sierra de Grazalema. Y, finalmente, Sierra Nevada y Las Alpujarras, donde arrancamos las currucas del fondo mismo de barrancos escarpadísimos de vegetación exhuberante, extrañas joyas en unas laderas rocosas por lo demás ajadas por el sol. Un tour por toda la Comunidad, catando hostales y albergues, salmorejos y tartas de queso.
La verdad, resulta un poco exasperante visitar lugares tan bonitos y adecuados para pajarear sin tiempo casi para pasear o echarse los prismáticos a la cara. Aún así, con las aves que se advierten de reojo la lista va creciendo poco a poco, igualando las 92 especies de la campaña de febrero en Tarifa. Más o menos conseguimos nuestro objetivo de capturar unas 20 currucas de cada una de las cinco localidades. Y además las redes permiten examinar en mano aves que uno no siempre tiene ocasión de ver como le gustaría. El mejor, sin duda todavía me emociono recordándolo), el zarcero bereber Hippolais opaca del 19 de julio de la foto de arriba, capturado en un soto en El Bosque (Grazalema); una de las pocas aves reproductoras que me quedaban por ver en España. Podéis compararlo con su primo común de la foto de esta entrada antigua...
PD. ¡Sí, sí, sí; 2011: JMJ en Madrid! ¡Qué alegrón más grande...! :-D
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