17/8/12

De vuelta de Vilar de Barrio

 ¡Hola a todos, queridos lectores; tanto gusto de reencontrarme con vosotros! O, al menos, con aquellos a los que la crisis les permite seguir disfrutando de conexión a Internet... guardemos un minuto de pausa de lectura por los lectores perdidos antes de continuar.

Bien, basta. Viernes 17 de agosto; hasta mañana no vuelvo a Madrid, pero nosotros volvimos ya de Vilar de Barrio a Ourense ayer por la tarde. Unos diez días en la aldea que no han sido demasiado críticos; al menos no tanto como el año pasado: gracias a libros, documentales, pequeños quehaceres domésticos y muchas horas de sueño conseguí siempre detenerme un paso antes del aburrimiento, sin llegar a cruzar el umbral y sin sentirme tampoco demasiado avejentado, a pesar de mi casi nula actividad fuera de casa.

Tanto el domingo como el miércoles vino gente a comer a casa, y estos últimos días disfrutamos además de la compañía de mi sobrina, con sus padres y su primo y padrino. Pero fue el reencuentro con JaviP el que dio más de sí: se pasó con el coche a rescatarme de la aldea y echamos un bocadillo a la sombra de los árboles junto a un casi seco, pero fresco, río Loña; en Cachamuíña, unos pocos km aguas arriba de la ciudad. Mientras comíamos, un visón americano Neovison vison se paseó con total descaro a escasos metros de nosotros, saltando de peña en peña y buceando en las pozas, rezumando ese sentimiento de superioridad que parece emanar de todas las especies introducidas exitosas, ya sean cotorras, acacias o cangrejos. Algo después, un accidentado encuentro con una culebra bastarda Malpolon monspessulanum medianeja puso el colofón cómico a nuestra comida campestre: 

Mientras de camino al coche hablaba por el móvil con Sofía, vi asomar entre la hierba seca la cabeza de un "lagarto" cuellilargo, que se transformó en una culebra, jeje. Sin dejar de hablar con Sofía, intenté aprisionarla contra el suelo con el primer palo que agarré; una ramita tan enclenque que se torcería bajo el peso de una mosca. Visto mi escaso éxito y que el bicho se me escapaba hacia unas piedras, le pedí a JaviP a gritos (y sin dejar de hablar a la vez con Sofía) otro palo, pero éste, tras hacer con el móvil la foto que veis arriba ya había bajado corriendo muerto de miedo hasta Orense :-p Mi perseguida, visiblemente cabreada, le lanzaba de vez en cuando tarascadas al palo, que me salvaba así de que se hincasen sus dientes en mi mano; y al final acabé dejándola ir... en fin, otra vez será; cuando mida ella ya dos metros y medio y sea la que me persiga a mí :-) Después cine: Prometheus. Y promethedme que no tiraréis el dinero yendo a verla, ¡menuda castaña!

Bueno, ya para terminar; para lo que os pueda quedar de vacaciones este mes ya os he hecho una no-recomedación de película, así que compensémoslo con una sí-recomendación de libro: La cuchara menguante, una entretenidísima colección de anécdotas en torno al descubrimiento y usos a lo largo de la historia de muchos de los elementos de la tabla periódica. No soy muy dado a leer divulgación científica, la verdad, pero este librito he de confesar que me ha encantado; pedídmelo cuando queráis. Concluyamos pues, enlazando con el contenido del libro, con un vídeo que explica tanto su título como por qué no se fabrican cuberterías de galio...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajaja. Gracias por dejarme como un cobardica.
Que conste que despues de lo que me explicaste no me arrepiento de ser prudente, además no me gusta estresar a los bichos sin necesidad. Y dada la curiosa forma que tenía de interaccionar con el "palo" y contigo....
De la peli si que me siento muy abochornado y culpable :/
Fjp

Antón Pérez dijo...

Gracias, FJP; ahora quedo yo mal de "estresaculebras"... :-/