26/8/12

Fin de semana solo, en una ciudad prácticamente llena y a efectos prácticos vacía, pues justo faltan las personas con las que querría quedar. Así que, al no quedar con nadie, decido quedar con todos: salir a la calle, dejar atrás las calles ajadas por el verano del barrio y mezclarme con la multitud del centro. Ojos, pieles y tejidos de todas las texturas y colores, armoniosos y horteras. Rostros agradables a los que mirar, y otros hostiles ante los que volver el propio. Otros navegantes solitarios; muchas parejas y grupos. Una curiosidad invencible: ¿cuántos se querrán? ¿Cuántos se detestan? ¿Cuántos no están con los que deberían estar? ¿Cuántos están con quienes no deberían estar? ¿Cuántos, cuando salga a la calle la próxima vez, llevarán a alguien distinto a su lado...? El día del Juicio, cuando todo se sepa, va a ser tremendamente divertido...

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