13/5/10

El sonido de la Muerte

La muerte tiene un olor. A base de ir por el campo y acumular hallazgos de animales muertos, uno acaba reconociendo ese olor tan característico como difícil de describir que caracteriza los cadáveres y que tan útil resulta a los necrófagos grandes y pequeños para localizar su próxima comida. Pero la muerte también tiene un sonido…
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El fondo de este cajón está lleno hasta los topes de larvas de tenebrio, que usamos entre otras cosas para alimentar lagartijas y para cebar trampas para aves. En el silencio del laboratorio, cerca de esta caja se oye el particular sonido de las miles de patitas, de las miríadas de mandíbulas mascando pan seco… Supongo que ese runrún es lo que uno oye cuando lo entierran vivo. Si alguna vez me pasa, espero que me saquen a tiempo para poder confirmároslo.

Por lo demás, los tenebrios molan. Molan porque mola meter la mano entre ellos, notar cómo se mueven y el calor que desprenden las horas de pequeños cuerpecitos metabolizando sin parar. Y además, están “limpios”; no es como coger otros bichos pringosos, estos están sequitos.

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