27/3/09

OUkawango


Paseando esta mañana a orillas del Miño con mi todavía soltera hermana buscando infructuosamente a Martiño (última observación comprobada -con una magnífica foto, por cierto- el 1 de marzo), reparé en la estampa irresistiblemente africana que ofrecían las lavanderas blancas picoteando con precisión mosquitos y cualquier otro bichejo en torno a los vientres generosos de las señoras que se tostaban sobre la hierba de la ribera, como enormes odres de unto derritiéndose al sol...
Por lo demás, tomándole el pulso biológico a la ciudad esta mañana de primavera pocas novedades hubo: Tampoco había el menor rastro del calamoncillo africano en el Parque Miño (más que esperable, me temo), y apenas quedaban aves "invernantes"; tan sólo un cormorán de tercer año y un puñado de gaviotas reidoras y patiamarillas, entretenidas éstas en dar la lata a un milano negro que se acercó demasiado a los tejados de mi barrio... En fin, que no he venido a pajarear; a ver qué tal mañana.

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