Faltaban dos días para que coincidiese la fecha, pero ser era la misma fiesta, el Bautismo del Señor, con el que se cierra la Navidad. Así que para disfrutar de un “típico paisaje navideño” y para recordar la salida que hice con Vero, me acerqué ayer con Jaime hasta el Juan Carlos I. Nos acompañó también su hermana Elvira, sin muchas ganas de ver pájaros, pero sí de darse una vuelta.
La verdad a los pájaros poca atención les prestamos (aunque a lo tonto salió una lista bastante decente), porque ante el panorama nevado que teníamos delante resultaba casi imposible resistirse a hacer un poco el mono; y desde luego no hicimos grandes esfuerzos por controlarnos... Jugar con el hielo, hacer muñecos (y destrozar a bolazos los ajenos), tirarnos por las cuestas en plásticos... Como niños chicos, vamos.
Muñeco pajarero
Foto de familia
Una bajada en trineo desde fuera, con final feliz
Y otra desde dentro, con final divertido
Por la tarde cambié de lugar y de compañía, pero seguí intentando pajarear un poco. Con Vero, en un baldío cerca de su casa, descubrimos un bando de centenares de granívoros (mayormente jilgueros y verdecillos, pero hasta nueve especies de tres familias había allí). Mientras buscábamos sin éxito algún pinzón real entre ellos, tuvimos la ocasión de ver dos intentos de caza (fallidos, pero impresionantes; de documental, vamos) de un cernícalo, que buscaba entre nuestros pájaros algo que llevarse al pico. Un domingo genial, vaya :-)
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