4/11/08

Los tres estados

No me gusta Halloween. No por lo que pueda implicar de “colonización cultural americana”, sino por lo que representa; cuando los cristianos celebramos las conmemoraciones de Todos los Santos y de Fieles Difuntos no celebramos una fiesta de muertos (ni siquiera de muertos vivientes), sino de vivos. En el Catecismo se enseña que la Iglesia se divide en tres estados:
- La Iglesia Triunfante, la que goza ya plenamente de Dios en el Cielo. El día de Todos los Santos se celebra la fiesta de todos ellos, de los que tienen día propio en el calendario y de los que no, de esa “muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de toda nación, razas, pueblos y lenguas” de la que consoladoramente habla el Apocalipsis.
- La Iglesia Purgante, constituida por los fieles que deben expiar aún las penas temporales de sus pecados en el Purgatorio, y que se conmemora el día de Fieles Difuntos.
- Y la Iglesia Militante; todos los demás bautizados que pululamos sobre la faz de la tierra salvo cuando damos un salto o subimos a un avión. No tenemos “día propio”, porque nuestros son todos los días; en todo momento tenemos la posibilidad y el deber de hacernos santos y de ayudar a que se santifiquen los demás.
Y de las ánimas estaría bien que nos acordásemos más allá del 2 de noviembre, porque son las que menos pueden hacer. En el Purgatorio el sufrimiento de las almas es el mismo que en el Infierno, el saber que el único fin de la vida es ser plenamente feliz en el Cielo y que se convierte en algo inalcanzable... de momento. De momento, porque las almas del Purgatorio tienen la esperanza, la esperanza de que ya están salvadas y de que su situación actual es sólo transitoria. Y los militantes podemos ayudarles ofreciendo por ellos las indulgencias que ganamos en vida... Y además, salimos ganando: ¿qué mejor intercesora en el Cielo que un alma que ha llegado allí gracias a tu ayuda? Ése sí es un favor, mejor que los de Baltar...

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