4/11/14

La laguna Negra (Soria inesperada, I)

Por Soria en general no "se pasa", sino que "hay que ir", de modo que como provincia la tenía fisionómicamente desubicada. Y la verdad es que la aproximación de este fin de semana ha sido la mar de grata: teníamos ganas de ver bosques coloreados por el otoño, y quedamos satisfechos, pues Soria resultó tener una de las masas forestales continuas más extensas de la Península. Bosques y montañas, de hecho, pues el límite provincial con La Rioja poco recuerda al tópico de Castilla plana y pelada...

 Lo malo fue que aparentementente la mitad de la población española decidió pasar este fin de semana con nosotros, y la llegada a la zona de la laguna Negra fue un continuo procesionar de coches y gente; gente con ganas de buscar setas sobre todo, que ahora finalizando ya la estación abundaban casi más que las setas mismas.

 Tras una breve subida en autobús desde el aparcamiento, y una subida más breve aún a pie, uno llega hasta la famosa laguna, flanqueada por el bosque al este y por unos paredones rocosos al oeste.

 El bellísimo pino albar Pinus sylvestris (4), de corteza rojiza y hojas glaucas, es la especie arbórea predominante en toda la sierra de Urbión: las demás buscan los pocos huecos libres que por uno u otro motivo escapan a su dominio: el suelo poco profundo y pedregoso al pie de las paredes rocosas (3) aparecía tachonado de hayas Fagus sylvatica, apenas arbustivas y ya desnudas, y serbales de cazadores Sorbus aucuparia, de follaje dorado. Otras especies más tímidas, que ni con las hayas podían competir, sobrevivían directamente agarradas a la pared, como los robles albares Quercus petraea (2) o los abedules Betula pubescens (1); mientras que en la orilla demasiado húmeda para otras especies de un arroyuelo que corría hacia la laguna medraba una masa de álamos temblones Populus tremula (5) que se hacía notar por el rojo encendido de sus hojas a punto de caer.

 De "arriba", de alguna parte, escurría como digo el agua a la laguna, en cascadas menguadas tras meses de sequedad estival.

Y arriba que nos fuimos, acompañados cada vez de menos gente, camino de la cumbre del Urbión. Pero lo que arriba nos encontramos, lo dejo ya para mañana...

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