27/2/12

Se van las grullas

El sábado por la tarde celebramos en su casa el cumpleaños de Vero; de nuevo con fiesta de disfraces incluida, de la que creo que este año no veréis fotos por aquí... como quiera que llegué a casa... algo tarde, y que ayer domingo había quedado con Alberto para intentar relocalizar frente a su casa la gaviota de Delaware (sin éxito; pero nos dimos el gustazo de poder pasear ya de manga corta), mis horas de sueño fueron bastante testimoniales. Así que después de comer me metí en la habitación con más ganas que pocas, deseando pillar un ratito la cama. Y tumbado sobre el costado derecho, iba leyendo las historias de Sir David grabando un documental sobre un periplo de la Orquesta Sinfónica de Londres por Japón, hasta que en una deliciosa duermevela empecé a escuchar la propia orquesta resonando en el patio de luces, por la ventaba abierta... pero un segundo antes de caer profundamente dormido caí en la cuenta de que lo que en realidad estaba escuchando no era ningún instrumento; eran grullas. Asomé la cabeza y allí estaban: medianamente altas en el cielo, pero tantas y tantas que sus trompeteos llenaban el aire madrileño. A comienzos de primavera se celebran en Centroeuropa festivales de “bienvenida a las grullas”; aquí en cambio nos toca despedirnos de ellas hasta el año que viene... pues hasta el año que viene, si Dios quiere.

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