Llevo algún tiempo sin actualizar, lo siento; es que este fin de semana hemos tenido algo de lío. Falleció el viernes la viuda de uno de mis tíos paternos y desembarcaron por la noche en casa mis padres y mi hermana Alda, y hasta ayer.
Ir por la calle con mi familia, y con los aligustres en plena ebullición, inevitablemente me traslada a las fiestas del Puente, aunque quede aún cerca de un mes. Y me acordé del momento en que, sin conocer aún el término, descubrí lo que era "lo políticamente correcto": sucedió al caer la tarde cuando, después de pasarme por las tómbolas a rebuscar infructuosamente entre los boletos tirados al suelo aquella combinación que me permitiese hacerme con un loro, quise ir a montar en las atracciones. Quería subir a lo que creo que oficialmente se llaman "sillas voladoras" y oficiosamente "las cadenas", pero a lo que en casa llamábamos de otra manera: "¡quiero ir a subir en los gitanos!", le dije a grito pelado a alguna de mis hermanas, que inmediatamente me hizo callar, con cara de susto, diciendo que a ver si se iban a enfadar por decir eso... y me temo que la anécdota no da más de sí, pero aquí queda escrita. No me lo tengáis muy en cuenta, que hace mucho calor y no pienso atinadamente...
2 comentarios:
Jejeje, esa inocencia de la infancia.
Vaya liante!!
Bueno, hombre, tanto como liante... tampoco es que me dedicase a escribir tuits a lo loco....
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