4/6/13

Sierra de San Vicente

 Extendiéndose en sentido este-oeste por el triángulo casi cerrado que forman los valles del Tiétar, del Alberche y del Tajo, la sierra de San Vicente es uno de los lugares más agrestes y desconocidos de la provincia de Toledo.
 Pelahustán, uno de sus muchos pueblos de nombres curiosos, es una de las localidades estrella de la recientemente concluida tesis de Joaquín (impresa la semana pasada, depositada ayer, ¡albricias!). Y precisamente para celebrar dicha culminación, y de paso capturar ejemplares de lagartija colilarga Psammodromus algirus para otros trabajos (una tesis, al fin y al cabo, es sólo un punto y seguido...); para allá que nos fuimos el sábado pasado Bea, Joaquín y yo.
 Pasmados nos quedamos viendo la habilidad con la que Joaquín "pesca" las lagartijas, con un pequeño lazo...
 ... un tironcito y ¡alehop!, ¡lagartija capturada! Por supuesto, Joaquín cuenta con todas las autorizaciones habidas y por haber para hacer sus muestreos.
 Esta infeliz de la imagen, después de liberarla, no encontró mejor piedra a la que subirse que un servidor: en menos que canta un gallo trepó pernera y espalda arriba y enterró su cabezuela en mi coronilla, haciendo la del avestruz.
 Pelahustán y su entorno nos gustaron mucho; y también Escalona, a orillas del Alberche, donde paramos a comer opíparamente.
 Para bajar la comida, y como el sol apretaba (¡ay, este catarro que arrastro...!), nos dedicamos a garcear un rato entre los bancos de arena del Alberche, observados de reojo por algún chorlijejo chico que otro...
 A Joaquín le entusiasmó esta minúscula culebra viperina Natrix maura, pero fue otro el animal que a mí más ilusión me hizo...
El limo del fondo del río estaba surcado por pequeños "caminitos", fruto de la acción de las ¡colmillejas Cobitis paludica! ¡Qué majas que eran! ¡Y cuántas había! Ya me perdonaréis tanto entusiasmo; pero tras años y años de acuariofilia a uno le queda siempre una predilección especial por los pezqueñines... Y es que el río cubría tan poco que se les veían los bigotillos y todo; ¡qué bonitas ellas!

En fin; tocará volver, más de una vez, a ir liberando las lagartijas después de acabar con ellas en el laboratorio. Y tened por seguro que, si puedo, Joaquín no irá solo...

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