6/5/12

En mejora continua (Pirineos 2012 y II)

 Como os contaba ayer, la nieve caída la noche del domingo no fue ninguna tontería; y en un tris estuvimos de no poder salir de allí. Aunque trajinando un poco con la pala y siguiendo con cautela la rodada del todoterreno de Joan llegamos sanos y salvos de vuelta al asfalto. Ahora lo recuerda uno con una sonrisa en la cara, pero...
 Nuestro siguiente destino fue la vecina comarca del Pallars Sobirà. En Roní, Casa Macià fue un descanso más que agradecido tras las espartanas condiciones de los días anteriores. A pesar de la lluvia disfrutamos también del paseo por la zona, donde muchos elementos mediterráneos y centroeuropeos se dan la mano: por poner un ejemplo, en pocos lugares sería fácil ver en el mismo seto currucas capirotadas, carrasqueñas y mirlonas.
 Por fin el martes amaneció despejado, y nos decidimos a caminar un poco por las pistas forestales de la estación de esquí de Port Ainé. Claro, con lo que no contábamos al salir de Madrid es que el primero de mayo, y aunque la carretera estuviese limpia, nos fuese a llegar la nieve por las rodillas a apenas 1.900 m snm.
 Hubiésemos agradecido llevar raquetas, para caminar sobre la nieve con tanta soltura como el tejón que dejó tras de si este rastro; pero en cualquier caso el paseo merecía la pena: paisajes de esos que hacen embobarse, multitud de huellas en la nieve, como un pequeño concurso preparado para nosotros; chovas, mirlos capiblancos...

En cualquier caso, las mojaduras y el frío hacen mella; así que tras comer, cambiarnos y dormir un rato, por la tarde paseamos por un bosque a una altitud menor y mejor, mucho más limpio de nieve y mucho más bonito: abierto, con grandes masas de gayuba y arándanos tapizando el suelo bajo los pinos silvestres. Allí escuchamos sin ver a su dueño el pesado aleteo de un urogallo entre los árboles. Allí escuchamos el coro crepuscular de multitud de mochuelos boreales, acompañados de cuando en vez por el ronquido de los machos de chocha perdiz o becada Scolopax rusticola haciendo la ronda por sus territorios, segunda especie nueva del viaje, que me quedé con ganas de poder ver además de escuchar. Allí nos lo pasamos tan bien que decidimos dar todavía un último paseo el miércoles por la mañana, antes de emprender el largo y agotador regreso.


Contentos, pero cansados. Otro lo habría dicho al revés, pero yo ya he tenido suficiente frío, agua y nieve por este año. Menos mal que parece que pronto cambiarán las tornas... En cualquier caso, hay que agradecerle a Javi que, salvo por el tiempo, que era lo único que no estaba en su mano, todo saliese a pedir de boca :-)

2 comentarios:

Vero dijo...

No lo diré más: jooo, que envidia!

Antón Pérez dijo...

No te quejes tanto, que ya habrá más años y más ocasiones para que tú también pases frío :-p